Caballo de Troya, 2009. 398 páginas.
Ni dedicando más tiempo y extensión podré en esta reseña reflejar mínimamente las reflexiones, comentarios y opiniones sobre lo que se expone en este libro. Lo ideal hubiera sido tener un diálogo con el autor, pero como se dice en el mismo texto leer -por mucho que se nos diga lo contrario- nunca es ese diálogo. El autor suelta un sermón y uno asiente con la cabeza o replica enfadado pero ¡ay! no vamos a tener respuesta.
Como en la falacia naturalista, que parte de la base de que lo natural es bueno, también se nos dice que la lectura es lo más. Leer nos hace inteligentes, cultos, más libres, mejores personas, puede que incluso más guapos. Los libros son muy buenos y otras cosas, como la televisión, son muy malas. Eso sí, pruebas, ninguna.
Se recopilan muchos fragmentos de diversas personalidades que defienden la lectura y la verdad es que, puestas todas en fila, dan un poco de vergüenza ajena. El autor reparte estopa a diestro y siniestro sin dejar títere sin cabeza. Insistiendo en que afirmaciones, muchas, pero pruebas, pocas o ninguna. Aunque yo mismo he criticado muchas veces la sacralización de la lectura, reconozco también haber caído alguna que otra vez en esta alabanza sin medida de los libros. Espero no haber perdido mucho el norte. Hay otras actividades que también tienen esta aureola de bondad intelectual (pienso, por ejemplo, en la música clásica), pero es verdad que no son tan pesados. En esta sociedad si no lees eres un paria intelectual, aunque seas premio Nobel en física.
¿Quién es este Víctor Moreno, que ataca a quienes defienden la lectura? ¿Un enemigo de los libros? ¿Un científico envidioso de la reputación de las humanidades? ¿Un ecologista que quiere impedir la tala de árboles? Todo lo contrario. Copio la minibiografía de lecturalia: Escritor y filólogo, Víctor Moreno es conocido por sus obras y artículos dedicados al fomento de la escritura y lectura en las escuelas.. Ha escrito libros con títulos tales como Cómo hacer lectores competentes : guía práctica : reflexiones y propuestas o Leer con los cinco sentidos, aparte de confesarse lector impenitente.
Pero nada tiene que ver defender la lectura con cargarle unas virtudes exageradas y sin demostración. ¿Nos hace mejores personas? Que se cite algún estudio. ¿Nos hace más libres? Que se expliquen los mecanismos. ¿Hay un tipo de conocimiento que sólo se puede adquirir por este medio? Que se diga cual. ¿Correlaciona el nivel de lectura de un país con su felicidad? Parece ser que no.
Aunque he disfrutado leyendo este libro como un cochino jabalí, tengo bastantes críticas que hacerle. La más importante es que la mayor parte de los ataques se basan en diferentes versiones de Eso lo dirás tú, que si bien no le falta razón, se hace repetitivo. Por otro lado para negar que la lectura nos hace mejores personas -algo con lo que estoy bastante de acuerdo, aunque no del todo- se limita a decir que hay personas horribles muy leídas (asesinos, etcétera). Si criticamos la defensa por falta de pruebas no podemos criticar también con tan exiguos ejemplos.
Hay más cosas; comenta, por ejemplo, que en clase discutieron si Sherezade hubiera durado las noches que duró si no hubiera estado buena, concluyendo que no. No sé que derroteros tuvo esa conversación, pero no estoy de acuerdo. Nada nos molesta más que tener un cuento a medias, como bien saben los guionistas de las series. Y es que podemos vivir sin libros, pero no sin historias. Vengan estas de los libros, por tradición oral, por la televisión, cine, chismorreos de amigos o reality shows (una forma de ficción, sí, mal que le pese a algunos, que triunfa porque es capaz de generar contenido sin necesidad de guión).
Si damos eso por sentado es mi opinión, para la que no tengo ningún estudio contrastado, salvo mi experiencia particular, que la literatura es la forma de transmisión de historias que posee más densidad comunicativa, posibilidades de experimentación formal, flexibilidad y sería, por lo tanto, la más eficaz a la hora de promover lo que sea que promueva el escuchar historias (comprender el mundo, aportar conocimientos, entretenerse o nada de lo anterior). Pero igual no, que tampoco pasa nada.
Tendría mucho más que decir, pero no tiempo para decirlo, así que cierro con algunos comentarios basados en algunas citas (no he elegido muchas porque podría haber estado citando el libro entero y tmapoco era plan). La diferencia entre los libros y la realidad:
El contrapunto a este optimismo de Forster lo encontramos en otro escritor inglés, Julián Barnes, quien, irónicamente, sostiene:
En los libros las cosas quedan explicadas; en la vida, no. No me extraña que la gente prefiera los libros. Los libros le dan sentido a la vida. El único problema radica en que las vidas a las que dan sentido son las de otros; jamás a la del lector».
Que es lo mismo que mantenía Chesterton:
Los libros y las baladas hablan del bravo capaz de matar a un hombre o de arrojarse a los abismos del opio, mas incapaz de incurrir en falacia, cobardía, ni cosa alguna mezquina. Pero los seres humanos, como en realidad son, sienten sólo ocasionalmente la tentación de matar o de fumar; la tentación permanente de los seres humanos es la de ser vagos y mezquinos.
La labor del profesor es enseñar a leer bien, no a hacer lectores, y enterremos de una vez lo de que la educación tiene que ser divertida. Un docente tendrá que intentar hacer su asignatura lo más entretenida posible, pero si no lo es, no pasa nada, que el aprendizaje requiere un esfuerzo:
Si el alumnado asegura que leyendo se aburre, algo estará tallando en su encuentro con los libros. El aburrimiento es una llamada de atención acerca de los procesos de enseñanza y de aprendizaje que están teniendo lugar en el aula. Pues conviene admitir que en la mayoría de las ocasiones los caminos de la enseñanza van por Pinto y los del aprendizaje por Moro.
Es verdad que no todas las personas están llamadas a seguir la senda de la lectura, pero es importante que leer, lo que se dice leer, como dominio técnico, se haga bien. Para que, cuando alguien quiera hacerlo, lo haga libremente. Que es, al tin y al cabo, lo que hace todo el mundo. Leer cuando te apetece. Es imposible que alguien desee andar en bicicleta, si no sabe hacerlo. En esa situación, no dispongo siquiera de la posibilidad de elegir. Lo mismo le pasa al que no sabe leer. Es imposible que elija la lectura como ocio, si no sabe leer bien. Y, para leer bien, hav que leer mucho.
La lectura forma parte de todos los aprendizajes curriculares. A ningún alumno se le pide que experimente placer resolviendo problemas de matemáticas o aprendiéndose los nombres de los otidios o quelonios más representativos. Lo cual no estaría mal: aprender física y química por placer.
El compromiso de todo profesor es desarrollar la capacidad intelectual de sus alumnos para que éstos aprendan. Si, además, el alumnado se lo pasa bien, pues estupendo. Pero no es condición imprescindible ser gracioso para ser un buen profesional de la tiza curricular y significativa. Tampoco se puede medir la profesionalidad del profesorado si hace o no hace lectores, o si se interesa o no por hacerlos o deshacerlos. No es ése su cometido principal.
Por último se afirma que no elegimos nada, algo con lo que puedo estar en desacuerdo o no pero comenta esto y resalto un fragmento:
En realidad, ¿qué es lo que decidimos en la vida? El edificio de la moral sostenido en la voluntad está construido de materiales bastante deleznables. Nada de lo que fundamenta nuestra existencia lo hemos elegido: ni el lugar de nacimiento, ni los padres que tenemos —al alumnado que pregunto si cambiarían de padres caso de poderlo hacer, el noventa por ciento responde que sí—, incluso todo aquello a lo que podemos aspirar está colocado en el escaparate de las circunstancias.
Puede que su alumnado cambiaría a sus padres si pudieran hacerlo, imagino que serán edades entre 14 y 18 años. Si preguntáramos a niños pequeños, digamos que hasta 8 años, sus padres son dios, no los cambiarían por nada. Si preguntáramos a mayores de 30, es posible que el porcentaje se invirtiera y sólo un 10% hiciera el cambio. Si preguntamos a quien ya ha tenido hijos, no creo que hicieran ningún cambio y si bien sus padres ya no volverán a tene el estatus de dios, bien pudiera ser que les parezcan unos superhéroes. Así es como yo los veo ahora.
Otras reseñas: Víctor Moreno – La manía de leer, [Libro] La manía de leer, de Víctor Moreno y La manía de leer – Víctor Moreno. Cada una destaca algo diferente que yo mismo no he destacado, con lo que se confirma también lo que dice el autor en el libro; no hay dos lecturas iguales.
Calificación: Muy bueno.
4 comentarios
Qué buena pinta. Me lo pongo en la lista 🙂
Es bastante largo y en ocasiones repetitivo, pero se disfruta con un grano de masoquismo.
Bueno lo que sí parece que está demostrado es que leer, como casi cualquier otra actividad intelectual (otra que se suele citar siempre es aprender otros idiomas ), protege contra las enfermedades degenerativas cerebrales tipo demencia senil, Alzheimer, etc. Algo que desde luego no es moco de pavo.
Sí, el autor no niega los beneficios de la lectura (y como digo en la reseña ha escrito muchos libros defendiéndola) lo que niega es que la lectura sea superior a otras actividades intelectuales. Vamos, que memorizar la plantilla de los equipos de futbol puede ser igual de sano para el cerebro -aunque desde luego mucho más aburrido.