Varios. Premio UPC 2003.

septiembre 1, 2008

Ediciones B, 2004. 462 páginas.

Premios UPC 2003
Muestrario Ciberpunk

Ya sé que a pesar de lo que dice Miquel Barceló los premios UPC no son lo más de lo más. Pero viendo el material que está ganando Hugos y Nebula casi son preferibles. En la selección de estos premios hay de todo, como en botica.

Jordi Font Agustí. Traficantes de Leyendas.

Una compañía ha conseguido introducir falsos recuerdos en la mente humana, a lo desafío total y lo utilizan para introducir falsas leyendas acerca del origen de personas de origen humilde que han llegado lejos y que quieren un pasado acorde a su situación. A pesar de ser el ganador es la peor novela de todo el volumen. Escaso interés y no muy bien escrita.

Yoss. Polvo rojo

La humanidad apenas pinta nada en el orden estelar. Comercian algo a través de una estación creada por los extraterrestres. Pero ha escapado un delincuente con unos extraños poderes PSI y un no menos estrambótico robot tendrá que conseguir detenerlo. Entretenida; la mezcla novela negra + ciencia ficción suele funcionar muy bien.

Vladimir Hernández. Sueños de interfaz

En un ambiente ciberpunk de primera categoría el protagonista, un antiguo soldado, salva a unas extrañas muchachas cuyos implantes cerebrales parecen ser el resultado de experimentos de vanguardia. Para salvarlas y sacar un beneficio intentarán vender la tecnología. Muy bien escrita; tecnología creíble, decorados minuciosos. El único defecto es que la trama argumental es algo simple, pero el resto aguanta muy bien la historia.

José Antonio Bermúdez Santos. Factoría cinco

Estamos en un futuro post-apocalíptico. La humanidad sobrevive en el subsuelo; por el exterior sólo se atreven a circular los tanquistas; hobres y mujeres duras que se atreven a plantar cara a los peligros de la superficie. Hay una misión peligrosa que sólo puede llevar a cabo El Tanquista, pero la misión esconde más de lo que parece. No está mal, aunque no mata.

Daniel Mares. Carne.

Rosencratz y Guildenstern son los dos astronautas a cargo de la estación espacial de Jupíter, aunque llevan años peleados por un motivo absurdo. Tendrán que dejar de lado su enemistad cuando llega una nave que dice proceder de Saturno y que no trae buenas noticias. Tenía ganas de volver a leer algo de Daniel Mares, y no me ha defraudado. Una historia que quizá hubiera necesitado de un poco más de espacio y algún pulido, pero que es la mejor del libro.

No es la primera vez que me gustan más los finalistas que el ganador, pero en esta ocasión la que más me ha gustado no entraba ni entre las tres primeras. Se nota que mi gusto no sintoniza con los del jurado.

A destacar la introducción de Orson Scott Card sobre el tema de la literatura accesible, con el que tampoco estaba de acuerdo y que me ha parecido bastante malo.

Escuchando: La Noche Es. Tahúres Zurdos.


Extracto:[-]

En Júpiter viven dos hombres.

Cuarenta y tres años llevan aquí, tiempo suficiente para odiarse. La convivencia ha discurrido por el peor de los caminos, al extremo de desencadenar una confrontación sin cuartel. La guerra civil en Júpiter va a cumplir ya su vigésimo cuarto aniversario. No ha habido bajas, por fortuna; el primer caído en tropas tan reducidas supondría el fin de la contienda, al tiempo que la mengua de la población joviana a la mitad. Hubo una batalla, la primera, pero fue tan cruenta y despiadada que los adversarios, ambos lisiados, decidieron mantener las hostilidades de un modo menos directo; así la guerra fría comenzó en el planeta rey.
Hoy tendrán visita. Después de cuarenta y tres años.

Rosencrantz es el bando perdedor. Como no es un conflicto sangriento, sólo se puede juzgar el curso de las operaciones por los lugares donde los guerreros se ven forzados a restringir sus pasos, por no toparse con el rival. Guildenstern conserva el habitat, el puente, los laboratorios; las zonas niás confortables de Elsinore, mientras que a Rosencrantz le restan las secciones de mantenimiento y los almacenes; debilidad de carácter seguramente. Rosencrantz se niega a reconocer la derrota, y se ufana de su existencia espartana, orgullos que ocultan la rabia por no ser capaz de enfrentarse abiertamente a su adversario. Tanta distancia procura abrir entre ambos, tanta soledad busca, que si pudiera poner al gigante gaseoso entre ellos, lo haría. No siendo capaz de tal proeza se limita a cruzar el largo cable de cincuenta kilómetros hasta Iliria, apenas un esqueleto en construcción. El estallido de las hostilidades terminó con las obras de Iliria. Rosencrantz controla el acceso al cable, y en un risible brote de rabia, amenazó a Guildenstern con matarle si aparecía por ahí. Quedó él solo a cargo de la construcción, que no prosiguió, en fútil protesta por las ofensas recibidas. Con el tiempo, aburrido de tanta guerra, pasa las horas rumiando su odio maquinando fastidiosos planes, cortando la iluminación en esta zona o el soporte vital de aquella otra; guerra sucia.

Cuando llega la llamada, Rosencrantz está sentado frente a un monitor, el único acceso a Porcia que tiene en su sección, contemplandc el casus beli que les llevó a la situación actual: una imagen profanada por ruido blanco, tanto que en ella sólo se vislumbra una silueta femenina, apoyada con languidez en una barandilla, junto a un lago o estanque.

¦ Deseas que complete la imagen?

—No. ¿Podemos acaso devolver el brillo a la flor agostada por el invierno sólo con la promesa de otra primavera? ¿La juventud a la ancianidad maquillando su rostro ajado? ¿Enjugar las lágrimas de la madre por el hijo perdido con fa esperanza de la concepción de otro? No, Porcia. Tales dones están reservados a la divinidad, y los fatuos intentos del artista tratando de remedar la obra del creador sólo sirven para mostrarnos los límites de nuestra condición. ¿Cómo va la cometa?

¦ Tiempo de vuelo: 20′ 34″
¦ Hidrogeno recogido 45%
¦ Otros gases 15% —

Temperatura ?

¦ 143K

—Imaginas lo hermoso que debe ser volar como ella, arriba, entre nubes tan tenues que sólo sus alas de libélula pueden sustentarla. ¿Por qué las más bellas tareas son siempre llevadas a cabo por criaturas sin conciencia ni entendimiento para apreciarlas? Así los pinceles no paladean el color en el que se bañan, ni la aguja de la costurera diferencia si teje burdo lino o hilo de oro para un príncipe. Tráela a casa, Porcia, dejemos que concluya trabajo tan poco disfrutado. Ya tenemos suficiente y hoy hace frío.

3 comentarios

  • luis septiembre 1, 2008en3:54 pm

    … Pues salvo honrosas excepciones, casi todas tiempo atrás, los hugo y nébula tienen tradición de ser flojitos…

  • Palimp septiembre 1, 2008en7:59 pm

    Hace mucho que no los sigo, pero es cierto. Los pocos últimos que he leído me han parecido casi siempre muy flojos, cuando no descaradamente malos.

  • Ziggy octubre 27, 2010en6:55 pm

    Ese año fue Orson Scott Card a entregar el premio.

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