Varios autores. Doppelgänger.

abril 12, 2013

Doppelgänger
Jekyll & Jill, 2011. 190 páginas.

Sigo robando libros a mi inquilino, en este caso otro muy bien editado por Jekyll & Jill (incluye recortables) sobre el tema del doble con los siguientes relatos:

Sergi Bellver, EL NUDO DE KOEN
Juan Carlos Márquez, DOCTOR X
Rubén Martín Giráldez, PRÓLOGO A CENTAUROS EXTIRPADOS
Brian McCabe, INTERFERENCIAS
Javier Moreno, UNA IDEA MODERNA
Francisco Nixon, LA ESPINA DE PESCADO
Miguel Ángel Ortiz Albero, QUARTET
Miguel Serrano Larraz, MEDIA RES

Alvaro Ortiz {due} (bonustrack: comic)

En el que hay de todo, de calidad media-alta. El de Sergi Bellver incide directamene en el tema con un aire poético, el de Juan Carlos Márquez es muy bueno, con una especie de invasión de los ultracuerpos muy particular, en el de Rubén Martín Giráldez funciona mejor su estilo que en su novela, pero haber leído esta última me lo ha estropeado, el de Brian McCabe bastante bueno, con su niño con problemas y su amigo extraterrestre del mundo al revés, Una idea moderna versionando los cuentos clásicos, La espina de pescado toda una sorpresa -agradable- por parte del cantante de Australia Blonde…

Vamos que en conjunto merece la pena.

Calificación: En general muy bueno.

Extracto:

Está, por ejemplo, el hecho de encontrar la casa de la abuelita. De nada valen los gepeeses ni los mapas de carreteras. Ni siquiera hablamos de las antiguas barriadas socialistas de Moscú, donde entregar una carta se equipara a una jugada maestra de ajedrez; ni de las favelas de Río con trazados dictados por el arbitrio de un orate. En esos casos uno puede preguntar, requerir la ayuda de algún vecino, si es que no deciden pegarte un tiro. La casa de la abuela es distinta. Solo la abuela vive allí y no recibe más visita que la de Caperucita. La casa de la abuela es el descampado sin nombre, el rancho de Bush en Texas, el pantano al que nos precipitamos cuando esperábamos encontrar un sendero a la montaña, algo que pertenece al paisaje pero del cual no forma parte, como cuando te etiquetan en una imagen de facebook y aparece tu nombre en el momento en el que el puntero repasa la curva del tentáculo de un pulpo. Un encuentro imprevisible ajeno a las leyes de la lógica. Si a ello le añadimos un daltonismo congénito que me impide la visión correcta del rojo (algo que me aleja de Newton y me aproxima al Goethe de La teoría de los colores), cabe decir que no es pequeña mi problemática. Algo que no resuelve en modo alguno la práctica.

Pura esencia, los personajes chocamos de pleno con la existencia. Es algo así como nuestra guerra de las galaxias. Los humanos, si no se dieron cuenta, son los Sith de esta batalla.
Como decía antes, para mí el rojo es una fantasía. Una palabra carente de verdadero significado. Una concreción. Como la caspa o el aroma de los jazmines. Aconteceres desprovistos de idea. En medio del bosque Caperucita Roja podría pasar a mi lado sin que me diera cuenta. Frente a un fondo de vegetación no sería distinta de una planta. Caperucita Roja es a mis ojos una Caperucita Verde. Es un verde que huele a Nenuco por la mañana y a Kenzo de madrugada. Es una pista endeble, lo sé. Pero la olí. Guardo en mi bolsillo un trozo de su capa. Sin reposo persigo su rastro.

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