Debolsillo, 2012. 402 páginas.
Tit. Or. Monstruous regiment. Trad. Javier Calvo.
Leída por segunda vez, la primera creo que fue en una edición pirata (y por pirata me refiero a la traducción). Cuando salen en bolsillo me las compro y me las vuelvo a leer. Pratchett se lo merece.
El hermano de Polly Perks ha desaparecido en combate, así que decide disfrazarse de chico y alistarse en el ejército para ir a buscarlo. Estamos en Borogravia, un pais con un dios al que todo le parece una abominación y que está en contínua guerra con sus vecinos. Por el camino Polly descubrirá unas cuantas cosas sobre el ejército y la condición femenina.
Crítica de la guerra, del machismo (para convertirse en un hombre sólo hacen falta dos calcetines bien puestos) y aunque no me parece de las mejores del ciclo no es ni mucho menos de las peores. Tiene momentos muy graciosos y aparece la guardia (aunque de lejos). Suficiente para disfrutar de su relectura.
Otra reseña aquí: Regimiento monstruoso y entrada en la wikipedia: Regimiento monstruoso
Calificación: Bueno.
Extracto:
—Tengo guardada ahí atrás un poco de antracita que no está mal, y también algo de pintura roja oficial para echarte, porque aún no he conocido a ningún troll que quiera ponerse casaca. El resto acordaos de lo que os digo: comed hasta hartaros. Llenaos el petate de rancho. Llenaos el chacó de rancho. Llenaos las botas de sopa. Si alguno de vosotros se encuentra un tarro de mostaza, no lo perdáis: es increíble lo que la mostaza puede ayudar a tragar. Y cuidad de vuestros compañeros. Y no os acerquéis a los oficiales, porque no son sanos. Eso es lo que se aprende en el ejército. El enemigo en realidad no quiere pelear con vosotros, porque el enemigo son básicamente tíos como vosotros que se quieren ir a casa con todos los trozos en su sitio, pero los oficiales os matarán sin inmutarse. —Escalóte los examinó con la mirada—. Ya está, ya lo he dicho. Y si hay algún político entre vosotros: amigo, chívate de lo que te dé la gana y vete al infierno.
Llegado ese punto, Polly decidió que estaba al corriente de la bastante verdad como para ir tirando. El enemigo no eran los hombres, ni las mujeres, ni los viejos, ni siquiera los muertos. Eran los putos estúpidos, que venían en todas las variedades. Y nadie tenía derecho a ser estúpido.
—¿Sabes para qué vale la mayor parte-del adiestramiento militar, Artes? —continuó—. ¿Todos esos gritos que pegan los mierdecillas como Strappi? Todo sirve para que cuando te lo manden seas capaz de clavarle la espada a un pobre cabrón que es igual que tú pero resulta que lleva el uniforme equivocado. Él es como tú y tú eres como él. En realidad ni él te quiere matar a ti ni tú lo quieres matar a él. Pero si no lo matas primero, él te mata a ti. A eso se reduce todo. No es fácil hacerlo sin entrenamiento. Los rupertos no reciben ese entrenamiento porque son caballeros.
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