Pero no de los literarios, sino de los más modestos que la gente de la blogosfera se dedica a repartir entre sus amigos. Acabo de recibir dos y tengo que hacerles el honor.
El primero me lo envía una antigua amiga, que se ha animado a tener una cierta continuidad en el mundo de las bitácoras. Ella escribe muy bien, sólo falta que se anime un poco. Me ha otorgado el premio Symbelmine:
Los aficionados a Tolkien saben que son unas flores que crecen sobre las tumbas de los reyes Rohirrin.
El segundo me lo otorga alguien reciente por estas páginas, amante de la novela negra y también me ha hecho mucha ilusión. Es el premio “Olha que blog Maneiro!”:
A la alegría que da tener nuevos lectores se añade la de que te valoren positivamente.
¡Muchas gracias!
P.D.: No reenvío los premios por no tener a quien, al contrario. Leo muchos blogs y cada uno tiene algo especial por lo que me gusta. Pero como ya he dicho muchas veces, nunca reenvío memes ni premios.
2 comentarios
Seguramente nadie te haga comentarios de esta entrada porque se refiere a los premios, tus premios, otorgados por tus amigos y que realmente mereces, pues veo tu blog consolidado y serio. Ya te he visto por mi casa, de lo que me alegro y me anorgullezco.
Pero quería comentarte algo, eres el primero que veo que no reenvía los premios. Y eso me gusta, he visto decaer los blogs por dedicarle mucho espacio a premios y más premios… considero ya excesivo esto de premiar, creo que debería buscarse otra forma de estimular el trabajo de los blogueros, ¿no crees?, a lo mejor es un poco pesado mi criterio, pero que conste, te lo hago a ti porque veo la actitud que tomaste, yo sería incapaz de decírselo a alguien como los que te mencioné arriba. Tengo miedo que un día lleguen a mi blog, porque no sabré cómo declinarlos. Ojalá esto solo lo leas tú.
Un saludo desde Mi Librería.
ADE
Gracias Adela por la visita, el comentario y el saludo: eso también es un premio. Encuentro lógico que estos premios invadan la blogosfera. No cuestan nada y a todos nos gusta dar y recibir premios. Pero si todos siguiéramos la rueda, como bien dices, sólo estaríamos intercambiando presentes. En todo árbol hay hojas que no se bifurcan más; yo he elegido ser una.