Pan de letras, 2013. 160 páginas.
Escrito por Tomasa Tajuña -de la que no es destripar nada decir que es un heterónimo de Óscar Torre y su proyecto Manada pesonal– ofrece un manual de autoayuda para disfrutar de la ciudad de Barcelona aunque seas pobre.
Consejos bienintencionados pero en muchas ocasiones salvajes con los que se va colando una buena dosis de crítica social. Como punto en contra comentar que el dibujo del personaje está tan bien conseguido que acaba resultando desagradable.
Bestia y divertido.
El trueque es un invento de hace muchos años ya, y funciona, está muy comprobado por grandes comerciales que se dedicaban a eso en el Mar Mediterrani. ¡ERES POBRE PERO PUEDES CONSUMIR MUCHAS COSAS! Ahora mismo es muy importante no olvidar este comercio porque las posibilidades son infinitas, o casi, eh, amiga varón, o /amella. En los episodios que vienen por delante te digo cómo encontrar muchas cosas que existen, con materia, sí, y a lo mejor encuentras en la calle una caja de música con una muñeca que baila y tú lo que quieres es carbohidratos, por ejemplo, pero seguro que a otro pobre le hace ilusión la bailarina con música, entonces lo coges y lo vas diciendo a la gente que tú conoces que sea megalómana o alguien que tenga un cumpleaños, un ser querido enfermo en el hospital…
Coge todo lo que puedas, hay carros muy interesantes para llevar cosas. Hay desalmados, gente que no respeta la propiedad privada, que con un eurito se llevan uno y lo llenan de bártulos, de esos de los súpers, los que están enrejados, yo nunca te diría eso, busca un carro sin dueño mejor. Los hay en centros comerciales, sin vigilancia, claro, la oportunidad hace al ladrón, y conozco a muchos pillos que tienen uno y la policía seguro que no te hace nada, porque son respetuosos y están por la delincuencia de la mafia y de los casos gordos de la corrupción y los crímenes con sangre, que también los hay. Cada día del mundo mueren sin parar cientos de personas por la tele, pero no actores, no, de verdad, personas normales, por la violencia, sí, todo esto está muy malamente, ¡qué caray!, ¿qué te voy a decir?, ¡que hasta da miedo salir a la calle con los asesinos sueltos que hay!, y violadores, y ladrones con pasamontañas, y sádicos. Mucha, mucha mala gente se ve por la tele; que luego ves a los políticos, que hacen lo que pueden por salvar el país, que ni duermen, y no les dejan en paz por meter un poco la mano en el cajón. ¡Pero si eso lo hacemos todos! ¡Que tire la primera piedra a un político el que no sea un vivales!
Luego están cosas que tú compraste, muchas impulsivas, que no te sirven, un friegaplatos de cuando tenías prisa, una pantalla fina de televisión, de estas grandes. Claro, a veces es más importante comer que hablar de tú a tú al chico ese del tiempo. MUCHAS COSAS QUE NO USAS LAS PUEDE QUERER OTRO QUE TIENE ALGO QUE TÚ QUIERES. Si lo bueno es que tenemos miles de cosas, sólo hay que ver en las mudanzas, madre mía, con pisos pequeños, estudios de esos para parejas. He visto, haciéndome cruces, dos tráilers aparcados delante. Hay lugares, mercadillos donde la gente va y intercambia cosas, sí, esto búscalo por el internet, es muy fácil. En el Google hay páginas muy buenas de intercambiar objetos que sirven. Puedes cambiar cosas por horas de trabajo de alguien que sepa hacer algo. Hay muchas opciones. Puedes cambiar hacer algo por hacer otra cosa. Hacer una cosa por una cosa. Y así muchas opciones, sí. Está muy bien eso del trueque. No te preocupes, que del internet me encargo yo. Yo te diré cómo tener si es que no sabes tenerlo, pero más adelante, que si no es un lío, ¡eh! Las cosas se estropean mucho y muy rápido. Yo aún tengo la centrifugadora que les regalaron a mis padres, que en paz descansen los dos, para el desposorio, va a las mil maravillas, te deja la lechuga seca seca, que si no te sale eso como con agua, sopa es. Pero el microondas se me estropeó al año de robarlo, sí, amiga o amigo varón, pero eso tú ya lo sabes bien.
Pues fui a un sitio cerca de casa, en internet estará, supongo, que se llama banco de tiempo; es un sitio muy interesante. Vino un viejo a casa, me miró de arriba a bajo, el asqueroso, tardó mucho en abrir el electrodoméstico, lo miraba por dentro como los monos esos que salen por la tele, en documentales intelectuales de la segunda cadena, yo pensaba, madre mía, el viejo verde este es la primera vez que ve un aparato de estos. Vamos a salir volando, aquí. Pero no, apretó lodos los tornillos, cambió una cosita, nada, cinco minutos estuvo en casa, porque lo eché, claro, yo era virgen en aquel momento. Luego tú has de hacer un favor a otro. Yo dije que sabía coser muy bien, darle la vuelta a los cuellos de las camisas, abrir ojales, fregar los sucios de rodillas, como los alemanes…
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