Quaderns Crema, 1998. 378 págs. Tit. Or. Ferdydurke. Trad. Anna Rubió y Jerzy Slawomirski. ¡Culo, culo, culo! Me gustan las cosas que se salen de la norma. El libro La perversa obra de Godo tenía páginas francamente malas, pero me dice mucho más que el código DaVinci. Los alaridos de algunas canciones de Corcobado pueden parecerme excesivos -y en ocasiones ridículos-, pero son música celestial al lado del enésimo grupo pop de moda. Prefiero la peor obra de Tàpies a cualquier bodegón y la polipoesía al ripio. Navegar entre los excesos y llegar a buen puerto no es tarea fácil. Pero no siempre la originalidad extrema produce obras fallidas. En ocasiones, para deleite de los teratólogos como yo, dan lugar a verdaderas obras maestras. Es el caso de este libro. Si hemos de creer a la contraportada, el libro nace del orgullo herido de un joven autor humillado por la crítica incompetente, y tenía que ser, de entrada, un ensayo sobre la falacia de los criterios estéticos que se suelen aplicar a la literatura. Pero el libro se convierte en una alegoría narrada con un lenguaje transgresor y divertido. Un joven escritor se convierte frente a Pimko -un crítico literario…