Vaso roto, 2020. 70 páginas. Poemario que, como indica su título, es un oratorio a un dios que no existe. Una súplica desatendida que abunda en contradicciones, siendo la primera ese rezo a la ausencia. Versos que dicen que quien tiene fe no cree en nada, lo que está quieto está danzando, la sabiduria está en lo que se ignora pero, sobre todo, que la ausencia de dios es también un dios. A pesar de sus pocas páginas tardé mucho en leerlo porque los versos se me pegaban en los ojos. Y me llenaron de una nostalgia inquietante, y de tristeza. Muy bueno. ¿y la felicidad? ¿existe como estatuto en algún lado? ¿tiene el trueno dos causas? ¿la nieve seis? nunca se sabe en la palabra jardín crecen manzanas las manzanas buscan su sitio entre las cosas pero una cosa nunca es una cosa ni siquiera en la prisión gramatical no hay más que un rey sin atributos absorto en la tarea de ser contemplado y no visto después se propagan los folios del mundo escarcha azul invierno cuerpo que está vivo alguien lee el Diván de las Aves el jardín da seminarios de Invisible