Anagrama, 2009. 126 páginas. Se nos narra un fragmento de la vida de Golo, un artista estilo Basquiat que irrumpe con fuerza en una exposición y que se dedica a gastarse todo el dinero que gana en drogas mientras practica sexo sin descanso con el narrador de la novela, su amante de turno. Aunque los libros sobre artistas imaginarios y sus excesos ya son casi un cliché -en el que yo mismo he caído- está muy bien escrito y estructurado y se lee en un suspiro. Con interés. Otra reseña aquí: Temporada de caza para el león negro Bueno. Una piedra de cocaína. Eso fue lo primero que Golo se compró con el anticipo de Orlando por el encargo para la exposición individual. Una consola de Atari inservible con un montón de juegos. Eso fue lo segundo. Le costó una semana reparar la consola, pero lo hizo bien. Lo tercero fue un cubo de Rubik. Como nunca pudo armar el cubo con sus caras de cada color, tomó una brocha y las pintó todas de rojo antes de perderle la novedad. Después de eso Golo no pintó más. Nada. Ni una gota de pintura. Tenía cuatro semanas para entregar el…