Eterna cadencia, 2021. 88 páginas. Poemas que hablan del propio oficio de la poesía, con la disputa de ser poeta o poetisa, que reclama la genealogía de escritoras que han antecedido a la propia escritora, la losa de los vates que acechan en las esquinas y las cartas perdidas pero luego reencontradas. Porque las mujeres no escriben para convencer a nadie, y sin embargo y sin embargo, a veces lo que empieza como poesía no tiene por qué terminar como novela. Puede acabar siendo poesía. Bueno. Pero lo que empieza como poesía suele terminar como novela porque las palabras son todas nobles hasta que se les pega el virus del estereotipo. Poetisa era noble hasta que se la usó para despreciar a nuestras propias abuelas las grandes versificadoras del amor. Abuela es noble cuando en la cadena inclusiva que la transporta hasta les nietes son ellos y ellas quienes me reclaman. Quieren que les invente un idioma para aprender a hablar.