Sm, 2007. 150 páginas. Ignoro cómo llegó este libro a mi lista de recomendaciones, pero no me ha gustado nada. Enfocada para un público adolescente narra las desventuras amorosas de un grupo de niñas bien que llegan a la conclusión de que el amor es un cuento y que lo mejor que podemos hacer es vacunarnos cuanto antes. Las historias que se cuentan parten de hechos más o menos realistas (infidelidades, amores interesados, personas manipuladoras), pero son tan planos y estereotipados que no resultan nada creíbles. La autora dedica mucho tiempo a divagaciones sin mucho sentido y poco a poner un poco de carne y hueso a los protagonistas. Que esté dirigido a un público adolescente no debería ser excusa para no tener un poco de calidad estilística. Muy flojo. Tal vez por esa visión suya las clases de música se limitaban a la interpretación correcta de piezas sen cillas pero con encanto para una fiesta, o al acompañamiento de cancioncillas en festividades familiares. La Música, con mayúsculas, recibía el mismo tratamiento que las carreras difíciles. Cosas de hombres, de feas o de pobres cuya aspiración a mejorar su posición resultaba más decente por esa vía que por otras, ilícitas…
Sm, 1984. 112 páginas. Monito de palabra Después de leer las aventuras de Pinocho me quedé con ganas de más, y gratis me lo encontré de intercambio. Pipeto es un omnito que quiere comportarse como un hombre, y puede tener la suerte de conseguirlo, aunque por goloso y no cumplir sus promesas se meterá en más de un lío. El esquema es muy parecido al de Pinocho: monito que quiere ser humano, hada que puede concedérselo, pero antes deberá portarse bien. En este caso el pecado es faltar a la palabra dada. Aunque no sea excesivamente original y Pinocho sea superior, las aventuras de este simpático monito me han resultado muy entretenidas. Calificación: Bueno. Un día, un libro(145/365) Extracto: Pipeto no se parecía en nada a sus hermanos ni a los otros monitos de la vecindad. Tenía un hociquillo nervioso e inteligente; un par de ojos picaros, que no se estaban quietos ni un instante; una boca que se reía siempre, y un tipillo garboso y flexible como una vara de junco. En una palabra, que era un mono, como suele decirse, hecho que ni pintado. Viéndolo así, a primera vista, se le podía, casi, confundir con un niño de…