Minotauro, 2008. 350 páginas. Tit. Or. Dying Words. Trad. Marcelo Tombetta. Malo. Muy malo. No sé cómo llegó a mi lista de recomendados. Lleno de tópicos, una prosa plana y un argumento que no se sostiene por ninguna parte. Terrible. Además mal revisado porque se cuela una ‘privaticidad del paciente’, pero es lo de menos. Normalmente no doy detalles de la trama para no destripar el libro, pero aquí voy a hacer una excepción, así que sigan leyendo bajo su responsabilidad. El libro comienza con una persecución en coche al estilo de Hollywood. Un malo muy maloso porque se dice que ha sodomizado a una niña de nueve años y le ha quemado los ojos con un soplete. Cuando le atrapan además se pone chulito diciendo que va a salir en pocos años (por culpa de no tener la prisión revisable) así que nuestro detective protagonista lo tira a las vías del metro y lo electrocuta. Finalmente el jefe le echa la bronca porque la persecución ha costado mucho dinero en daños a la ciudad. Tan tópico que ya lo parodió de manera excelente Goyo JIménez en este monólogo Policia Americana. El caso es que empiezan a aparecer crímenes muy…