Marré, 2006. 242 páginas. Siempre he sido más de Bruguera que del TBO, pero tenía curiosidad por conocer los entresijos de esta publicación, que contaba con buenas firmas. Este libro no sirve para ese propósito. Me sabe mal decirlo, pero es un libro muy flojito. Las anécdotas son en el mejor de los casos simpáticas y en general, intrascendentes. La escritura es bastante básica, y no le hubiera venido mal una corrección de estilo. Una manera de escribir para niños de posguerra. Decepcionante. Vi al señor Sánchez-Juan, para que, en su momento, nos diera el visto bueno y, en consecuencia, la pertinente autorización de publicar una revista tan inocente como el TBO. Él era siempre muy educado con todos los que exponían sus creaciones a las tijeras que manejaba. En su caso, y dada su condición de poeta, debían ser de plata. Salí y subí hasta la plaza Cataluña, para cruzar en dirección a la Universidad. Al hallarme a punto de pasar hacia Pelayo, se escucharon algunas voces, seguidas de aplausos de los viandantes. «¡Vaya!», pensé, con una sensación de felicidad. «Sabía que esto me sucedería un día u otro. ¡Ya me he hecho famosa!». Pero, al volverme para comprobarlo,…