Siruela, 2004. 158 páginas. Tit. or. Der räuber. Trad. Juan de Sola Llovet. El libro que leí antes de éste, Ágape se paga de Gaddis, tiene el mismo espíritu fragmentado, pero, pese a haber sido escrito muchos años después, me pareció mucho peor. La novela trata -si es que trata de algo- del enamoramiento del bandido por una camarera, narrada por un escritor que continuamente se dirige a nosotros y que parece tener oídos en todas partes. Escrita en microgramas -escritura pequeña y apretada en hojas sueltas y descifrada con dificultad por los editores- parece ser que se escribió en 1925. Hace 90 años y parece más moderna que el 90% de lo que se publica ahora. Hay frases, párrafos enteros, que son deslumbrantes. Las aventuras del bandido son un breve hilo conductor entre reflexiones, recursos estilísticos y malabarismos con el lenguaje. Una auténtica sorpresa y una verdadera delicia. Muy recomendable. Antes de ocuparnos de la mujer extravagante a quien el bandido encontraba simpática —«la gente que tiene caprichos por lo menos tiene algo», pensaba él—, quisiéramos presentarles a dos compañeros de colegio del bandido. Ambos llegaron muy lejos. Uno se hizo médico; el otro, impresor. Con el tiempo, este…
El vaixell de vapor, 2005. 60 páginas. tit. Or. Einer, der nichts merkte. Trad. Núria Fort. Despistes La vida de Robert Walser no parece la propia de quien escribe libros para niños. Copio de aquí: La inquebrantable ingenuidad: Robert Walser nació en Biel (Suiza) el 15 de abril de 1878 y murió, caído sobre la nieve, el día de Navidad de 1956. Su vida, semejante a la de sus personajes, fue inquieta y errática, siempre escapando a cualquier forma de duración o permanencia. A los 14 años abandonó los estudios y ejerció los más diversos oficios: fue empleado de banca, secretario, archivero; incluso sirvió de criado en un castillo de Silesia. Walser despreciaba los ideales de prosperidad, aborrecía el éxito, era incapaz de someterse a ningún tipo de rutina o atadura. Vivió siempre, de un lugar a otro, sin domicilio fijo, con graves problemas económicos. A partir de 1925 empieza a sufrir trastornos nerviosos y alucinaciones auditivas; se embriaga y tiene periodos de enorme agresividad. Su hermana Lisa, la única ayuda constante que recibió, le recomienda que ingrese en un sanatorio psiquiátrico. Este hombre despistado que se olvida el sombrero en todas partes y que no se da cuenta de…