Salto de página, 2014. 172 páginas. La llegada de la crisis está perjudicando el negocio del protagonista, cobrador de morosos. Un amigo le recomienda que use los servicios de un matón ruso para poner firmes a los que no quieren pagar, pero él se resiste. Porque además de abogado tiene ínfulas de escritor y pertenece al Colectivo, un grupo de intelectuales de izquierda. Un libro bastante divertido, con su dosis de crítica a aquellos que dicen ser de izquierdas pero llevan una plácida vida burguesa, con un protagonista incapaz de tomar decisiones al que la vida arrastra a sitios donde no quiere estar. Una novela simpática sin muchas pretensiones, agradable de leer, pero nada más. Pensaba que esa misma noche —la reunión terminó pronto y no hubo aquelarre etílico— celebraríamos mi triunfo con una intensa pugna amorosa. Sin embargo, sólo hubo una estúpida discusión: Ortiz de Echagüe siempre te apoya, dice ella. Prueba clara de ello es su actitud de esta tarde-noche. Pero yo, supuestamente, le tengo manía y no le trato con suficiente cariño. Esa gilipollez ha sido el leit motiv de nuestra conversación nocturna, mantenida mientras sorbíamos nuestro tazón de sopa y degustábamos nuestra ensalada verde de todas…