Páginas de espuma, 2012. 180 páginas. Si hay un juguete que de mal rollo, ese es una casa de muñecas. Y lo aprovecha muy bien la autora para hacernos un recorrido por las habitaciones a base de microrrelatos que pueblan de angustia cada una de las estancias y nos dejan un poquito de miedo en el cuerpo. Muñecas que no son lo que parecen, la caricia de una muerte silenciosa, fantasmas que arrastran una solitaria existencia… es difícil salir de esta casa sin haber dejado parte de nuestra felicidad dentro, porque la autora nos la ha quitado. Desasosegante y bueno. Terrores nocturnos Y la muerte ocupó una noche la cama de al lado, que mamá se empeña en hacer todos los días, estirando bien las sábanas y ahuecando el cojín de ganchillo. Sospechas que desde entonces tu hermano está escondido bajo el colchón, lo imaginas temblando de miedo y frío, rodeado de pelusas y descalzo. Pero no te asomas para comprobarlo. Multitud El fantasma de mi primera mujer ronda la cama donde duermo cada noche con mi segunda mujer. A ninguno de los tres parece disgustamos mucho. Carne fresca Me gusta abrir el frigorífico y que tú estés ahí.