Seix Barral, 2012. 234 páginas. Tras la caída de Lehman Brothers el mundo entró en crisis. Marco es despedido de su trabajo y comenzará una espiral descendente que lo llevará al arte callejero y a manifestarse con vehemencia en la calle mientras su vida personal desaparece. Las 180 primeras páginas, donde se presenta al protagonista, su madre que está obsesionada con que sea artista y su novia con la que se lleva de aquella manera, me resultaron tremendamente aburridas. Lo que le pasara a esos personajes no me importaba lo más mínimo. Y no veía el tema de la crisis por ningún lado. De repente se anima la cosa, Marco se lanza a la calle a hacer grafitis, contacta con tres almas perdidas que lo arrastran a enfrentamientos con la policía, convierten su piso en una extraña comuna y por fin la novela no sólo se anima un poco sino que su contexto de crisis económica tiene por fin sentido. Pero en las apenas 50 páginas que quedan solo da tiempo a encadenar unas cuantas escenas que se van haciendo más truculentas y cerrar historias deprisa y corriendo. Personalmente me ha parecido muy descompensada, con fragmentos que están muy bien…