Ediciones del viento, 2011. 124 páginas. El Gran Circo Mundial llega a un pueblo de la España profunda y empieza con mal pie: el camión desconcha un trozo de pared. Las cosas se solucionan ofreciendo una función gratuita. El choque entre dos mundos cerrados e impermeables tendrá consecuencias para algunas personas. Para los que tenemos los pueblos cerca es fácil dar fe de lo acertado de la descripción que hace el autor de su vida y habitantes. Los que soñamos con la vida mítica del circo entendemos el aliento que se esconde detrás de trajes raídos y animales paupérrimos. Todo el libro está escrito con cuidado y cariño, pero dos escenas me han gustado especialmente. El enfrentamiento de dos de las fuerzas vivas del pueblo como si fuera un duelo de OK corral y ese refugio de la lluvia en la cueva, donde todo es posible. Y esa falta de empatía de la multitud frente a quien está sudando para defender su espectáculo. Recomendable. Mientras se fija en la caligrafía frondosa del viajante, a Adela le parece que ese desorden del pepinillo en vinagre y la aceituna picante comidos a deshora ha de concertarse de manera espontánea con los gustos…