Recojo el guante que me lanza Sfer; en su bitácora ha realizado una encuesta y parece ser que lo que menos lee la gente es teatro. ¿Puedo hacer alguna recomendación para que la gente se anime? Pues claro. Siemrpe digo que el teatro hay que verlo, no leerlo. Pero cada vez es más difícil arrastrar a la gente hasta los escenarios, mientras que en cualquier biblioteca hay una buena selección. A continuación les indico algunas de las obras que más me han gustado. William Shakespeare Este hombre era un monstruo, está claro. Es muy recomendable leerlo, porque hay pocos montajes en activo y cuando los hacen suelen estar muy recortados -si no vives en Reino Unido, claro. También es fácil de encontrar. En catalán les recomiendo la versión de Josep María de Sagarra, muy teatral. José Sanchis Sinisterra Empiecen por ¡Ay, Carmela!, una obra al alcance de todos los públicos y después sigan por sus piezas breves, metateatrales, fascinantes y profundas. Un pedazo de dramaturgo. Dario Fo Ganó el premio nobel por reivindicar el bufón, azote de los altos estamentos. Extremadamente divertido, tierno y humano. Un hombre de la calle que escribe con el corazón y con talento. Oscar Wilde…
El teatro hay que verlo, no leerlo. El problema es que los clásicos no se montan con frecuencia, y aún menos se montan bien. Por eso cuando surge la oportunidad de ver una buena puesta en escena de Wilde no hay que desaprovecharla. Si encima, como fue mi caso, fui invitado al estreno gracias a uno de los intérpretes que me ha dirigido en muchas ocasiones, todavía mejor. Además tuve la oportunidad de codearme con famosos y famosetes de todos los pelajes. Los que alguna vez nos hemos subido a un escenario miramos con ojos de urraca las evoluciones de los actores. Nos cuesta más entrar en la obra porque estamos a la caza de gestos, tasando como mercaderes la calidad de la interpretación. Tanto análisis estorba, por lo general, disfrutar de la obra como un espectador más. No fue mi caso; como un parvulito entre en el juego desde el primer momento. Me fascinó el decorado y todavía más los vestidos de las protagonistas -impresionante Lady Windermere en traje de noche-, yo, que soy defensor a ultranza del minimalismo escénico. Mis sentimientos bailaban al son de la obra: rabié cuando la simpática ancianita informa a Lady Windermere de las…
Institut del teatre, 1998. Biblioteca teatral. 71 páginas. Tit. Or. The importance of being Earnest. Trad. Jaume Melendres. 9 personajes. 5 hombres y 4 mujeres. Ingenio por partida doble Que Oscar Wilde fue una persona extremadamente ingeniosa es un lugar común. La gran cantidad y calidad de sus citas así lo demuestra. Si en alguna de sus obras utiliza Wilde todos los recursos que el ingenio pone a su alcance, es en ésta. Y lo que la convierte en una delicia para el espectador, supone un infierno para el traductor. Desde el título, que juega con el doble sentido Ernesto-Honesto, y que en todas las traducciones al castellano se pierde por completo. El traductor-adaptador, Jaume Melendres, ha hecho un esfuerzo para mantener en lo posible los juegos de palabras, también desde el título. El resultado merece la pena. La obra es una encantadora comedia que, como dice la contraportada, es una parodia de parodias. El joven John, cada vez que viaja a Londres, utiliza un alter-ego, Frank (Ernesto en la traducción castellana) para que sus correrías no lleguen a oídos de Cecily, de la que es tutor. Un tutor debe tener una moral a toda prueba. La cosa se complica…
Biblioteca básica Salvat, 1970. 204 páginas. Traducción: Julio Gómez de la Serna. Descenso al abismo La lectura de la obra ‘La importancia de llamarse Ernesto’ hizo que me entrara el gusanillo de releer esta obra -que además tenía pendiente-. Si bien también la leí en mi adolescencia, lo que me tenía sorbido el seso eran sus cuentos. De esta estupenda novela me quedé tan sólo en el argumento. Creo que la historia es bien conocida. Un joven de alma pura comenta mientras le hacen un retrato que daría lo que fuera por mantenerse siempre joven y bello. Su deseo es concedido y desde ese momento será el retrato quien envejezca por él, y en donde se muestren los turbios reflejos de su alma. ‘El retrato…’ es la historia de una corrupción. Si al principio el protagonista es estimulado por lord Henry, liberado de la moral por el cuadro (situándose ‘más allá del bien y del mal’) se lanza a una carrera vertiginosa en busca del placer más depravado. Todo esto bien delineado por la pluma de Wilde y trufado con esas frases de ingenio en las que era un maestro indiscutible. De múltiples y sabrosas lecturas, y tan vigente hoy…