Nuevo Extremo, 2008. 160 páginas. Es refrescante que un maestro de la espiritualidad defienda el valor de la risa y sea capaz de escribir un libro que, a partir de chistes y anécdotas graciosas, encuentre sus enseñanzas ocultas. Pero el resultado me ha parecido decepcionante. Los chistes, no muy graciosos. Y como no soy espiritual… regulero. Por lo menos se lee rápido. Todo depende, por supuesto, de lo que se supone que estás haciendo; pero esto me hace recordar una historia sobre el mulá Nasrudin. Cuando acampaba para pasar la noche, el mulá colocó una botella como cojín. —Mulá —le dijo un amigo—, ¿no será esto demasiado duro? —Como botella ordinaria, sí —dijo Nasrudin—, pero la voy a rellenar de paja antes de recostar mi cabeza en ella. El humor se utiliza para ayudar a la gente a recordar que uno es a menudo de mentalidad tan literal, o responde tanto a reflejos condicionados, que el ritualismo y los lemas sustituyen a la comprensión, o incluso a la acción. Este ejemplo, que hace uso del inglés, ilustra lo que podría ocurrir a nivel social, si tal mentalidad predominase en los asuntos ordinarios. Se considera que el efecto en asuntos espirituales…