La autora hace un ejercicio de autoficción en el que las historias de sus abuelas, sobre cómo llegó la electricidad a Chile, se mezclan con la historia familiar, la represión política, el avance del capitalismo, y su propia historia personal. Todo articulado alrededor de la compañía eléctrica que trajo la modernidad cambiando para siempre un mundo que, sin embargo, siguió lleno de desigualdades y problemas. Bueno. Aparecieron tranvías que sustituyeron a las carretas, a las mulas y a los carros de sangre, como le llamaban a los tranvías tirados por caballos, acortando las distancias del mapa urbano. Leo en unas revistas viejas las publicidades de la época. «Compre hoy su plancha eléctrica», «Luz, fuerza y calor», «Llegó la nueva cocina eléctrica», «Yo tengo mi ampolleta, ¿usted tiene la suya?». Leo que los empresarios chilenos se asociaron a los ingleses para dar abasto y muchas companies llegaron a hacerse cargo de la instalación de las nuevas tecnologías. Hubo que crear centrales eléctricas para poder generar la energía necesaria. Hubo que inventar sistemas para que la corriente llegara a todos los lugares donde se requería. Leo que muy pronto coexistieron en el país unas sesenta empresas eléctricas que servían a la industria,…
Minúscula, 2020. 244 páginas. La protagonista de este libro recoge la suciedad que arrastra el río Mapocho, los cadáveres olvidados, su propia miseria y la nostalgia de lo que no existió y escribe una historia en la que se mezcla la huída, la muerte, el incesto y el lado oscuro de Chile. La autora, cuando quiere, se descuelga con páginas brillantes a la vez que poderosas. Pero como novela no me acaba de funcionar, demasiadas vueltas sobre lo mismo y -aunque esto ya es personal- desde el principio adivinaba el juego que se proponía, la situación de la protagonista y la identidad de Fausto. Pero los -para mí- defectos no quitan para que sea un buen libro, que lo es, y que lo he disfrutado mucho. La mezcla de episodios históricos con la de la familia de la protagonista, ese Mapocho omnipresente que lleva la suciedad de un Chile castigado por la historia y la violencia. Recomendable. Pero el diablo es el diablo, no puede ir contra su sombra. Dicen que un día, al cabo de unos años, las niñas se estaban bañando desnudas en un arroyo cuando su padre las divisó en las claras aguas. Dicen que nunca las…