Minúscula, 2020. 244 páginas. La protagonista de este libro recoge la suciedad que arrastra el río Mapocho, los cadáveres olvidados, su propia miseria y la nostalgia de lo que no existió y escribe una historia en la que se mezcla la huída, la muerte, el incesto y el lado oscuro de Chile. La autora, cuando quiere, se descuelga con páginas brillantes a la vez que poderosas. Pero como novela no me acaba de funcionar, demasiadas vueltas sobre lo mismo y -aunque esto ya es personal- desde el principio adivinaba el juego que se proponía, la situación de la protagonista y la identidad de Fausto. Pero los -para mí- defectos no quitan para que sea un buen libro, que lo es, y que lo he disfrutado mucho. La mezcla de episodios históricos con la de la familia de la protagonista, ese Mapocho omnipresente que lleva la suciedad de un Chile castigado por la historia y la violencia. Recomendable. Pero el diablo es el diablo, no puede ir contra su sombra. Dicen que un día, al cabo de unos años, las niñas se estaban bañando desnudas en un arroyo cuando su padre las divisó en las claras aguas. Dicen que nunca las…