Anagrama, 2008. 240 páginas. Tit. or. The innocent anthropologist. Trad. Mª José Rodellar. El autor se fue a investigar la vida de una tribu perdida de Camerún por razones -según explica- más de coger experiencia que de contribuir al conocimiento humano y, además de la tesis seria que publicó al respecto escribió una especie de crónica para consumo interno del clan antropológico. Pero gustó tanto que se publicó y hasta ahora. La edición que tengo es la número 20. Ahí es nada. Se afirma que es un libro muy divertido y bueno, a cada quien le hace gracia cosas diferentes. Sí que es muy interesante. Salvados un par de capítulos en los que se muestra condescendiente ante los problemas del tercer mundo y que me hicieron temer encontrarme frente a un libro escrito desde la superioridad moral te encuentras una crónica de las dificultades burocráticas, de idioma, de paisaje, en fin ¡de todo! porque todo conspira contra un pobre antropólogo acostumbrado a sentarse en sillas normales y no en la primera piedra que te sale al paso. Poco importan las costumbres extrañas de la tribu de los Dowayo porque aquí nos encontramos con un choque de mentalidades en las que…