oikos-tau, 1998. 182 páginas. El dibujante Nazario ha vivido -y hasta donde yo sé, lo sigue haciendo- en la Plaza real de Barcelona, al lado de las Ramblas. Desde su terraza privilegiada observa la fauna que puebla la plaza y nos presenta un retrato de sus personajes. Acompañada de ilustraciones del autor refleja la vida de uno de los centros neurálgicos del barrio gótico. Claro que tiene una antigüedad de 20 años y mucho han cambiado las cosas desde entonces, pero -la casualidad- en esa época era cuando yo vivía en el barrio y las cosas que cuenta son las que recuerdo y algunas más. Ha sido para mí un ejercicio de nostalgia de un tiempo que ya no existe. Porque el turismo ha modificado con fuerza el paisaje y porque el tiempo me ha ido poniendo arrugas en el alma. Por suerte, pocas. Recomendable. No paren de xerrar, s’expliquen anècdotes o batalles, riuen, s’expliquen acudits o es gasten bromes i mai no discuteixen. Un cop ja està avançada la borratxera, algun dormisqueja i altres munten els seus números favorits. Un vell alt, calb, amb bigoti, veí del barri, descamisat, acostuma a fer passades de capa mirant una graderia farcida…
Anagrama, 2016. 286 páginas. Las memorias de Nazario por fuerza tenían que ser interesantes. Como en las de Pablo Carbonell me he encontrado lo que no esperaba pero ha sido mejor. Es muy acertada la palabra cotidiana en el título, ya que no hace un recuento de sus éxitos sino de su vida normal, sus amigos, las reformas de su casa… todo contado de una manera un tanto anárquica y saltando de un tema a otro. Pero la manera de relatarlo encaja con lo que cuenta, los personajes son retratados con cariño y sin juzgarlos, se respira el ambiente de libertad sexual y de excesos de la época, y el sabor de boca que deja es maravilloso. Me enganché desde las primeras páginas. Confieso que nunca he sido muy seguidor de Nazario, sus cómics me gustan pero no me maravillan, pero esta vida cotidiana me ha conquistado sin paliativos. Muy recomendable. Por la noche voy al bar Los Pescadores a comprar tabaco con los cinco duros que me ha dado Pepichek. (¡Yo creo que él o la Fina se traen algún tipo de negocio entre manos con lo del caballo!) En la calle Boquería me cruzo con un tío que…