Diábolo, 2009. 108 páginas. No sé como aterricé en el blog de Meri Gil, pero fue un día de suerte. Aunque se prodiga poco sus entradas me hacen reir más de una vez y además ha publicado esta mezcla entre libro y comic donde relata sus experiencias con sus compañeros de piso. En las novelas del XIX y la postguerra aparecían las pensiones. Ahora tenemos los pisos compartidos, donde quien estudia o no tiene dinero para pagar un piso propio convive de mejor o peor manera con otros en su misma situación. Es una especie de familia ajena disfuncional en la que como en la propia te puede tocar de todo, con la suerte de que si te han tocado malas cartas, puedes probar suerte en otro piso. Yo he vivido 13 años de esta manera, y aunque he tenido mucha suerte, porque mis dos primeros compañeros de piso eran -y son- de lo mejor, cuando me cambié de ciudad también he tenido mi cupo de cosas raras. Por eso he disfrutado doblemente con las historias que Meri nos cuenta aquí, una por que son graciosas -y alguna me ha arrancado una carcajada- y otras porque me he sentido identificado….