Astiberri, 2017. 136 páginas. Un explorador que se mueve entre dos mundos, el real y un mundo de fantasía gracias a una singularidad que se encuentra en la ciudad de Venecia. A pesar del carácter mágico del otro mundo él aplica las reglas de la ciencia para solucionar los problemas. Es por eso que le encargan averiguar quién ha sido el asesino de la última llama dorada. Una trama atractiva sin grandes complicaciones y con mucha imaginación, sobre todo visual a cargo del excelente dibujo de David Rubin. Más orientado a un público adolescente que al adulto, aunque de vez en cuando es refrescante leer historias sin excesivas complicaciones.