Lumen, 2009. 460 páginas. Trad. Carlos Manzano. El autor rememora su infancia y juventud con el disparador de la famosa magdalena y nos cuenta su vida y, sobre todo, la de Swann, vecino suyo que tendrá una aventura amorosa bastante peculiar. Deuda pendiente desde hace siglos, estos clásicos de la literatura que más tarde o más temprano acaban cayendo. Sentimientos encontrados. No me ha gustado demasiado el barroquismo del estilo, aunque hay que reconocer que escribe de maravilla, no como los cientos de epígonos que lo han imitado. Me ha pasado como con Eliot, que descubres el origen de otros escritores que han bebido en esta fuente. Tampoco el ambiente de alta burguesía y aristocracia, que cada vez me importa menos y me hastía más, con la edad me voy a acabar volviendo revolucionario. Pero qué páginas, dios mío, y qué personajes, no hay duda de que genio lo era, aunque no sea de mi cuerda. Hay pasajes que he disfrutado muchísimo, lo mismo que había momentos en los que le hubiera pegado una colleja al Swann, por tontolaba. Me ha hecho muchísima gracia ver que aunque la marca del autor sea ese barroquismo literario es también capaz de las…