Mondadori, 2005. 316 páginas. Tit. Or. Az ajtó. Trad. Márta Komlósi. La puerta cuenta la relación entre la propia escritora y su peculiar señora de la limpieza. Nunca será una empleada, ya que en su opinión les hace un favor cuidando de su casa, no acata órdenes y acabarán teniendo una fuerte relación emocional. Tiene una calidad literaria excelente. El retrato de las dos protagonistas, una Emerenc que desprecia el oficio de escritor porque el mundo se divide en dos partes: los que barren y los que mandan barrer, que tiene una historia detrás, cargada de manías pero fuerte y salvaje. Dos inteligencias de diferente tipo enfrentadas pero con un cariño de fondo que sólo se pone de manifiesto en un par de ocasiones ¡y que ocasiones! Hubo un momento en el libro que casi no me deja dormir. Es el segundo libro que leo de la autora, y me ha gustado todavía más que el primero. Menos experimental en la narración, pero mucho más potente en la descripción de los sentimientos. Si, como parece, es autobiográfico, puede que el libro lo escribiera para expiar la culpa de las consecuencias de una mala decisión. Maravilloso. En una época las calles…
Mondadori, 2010. 192 páginas. Tit. Or. Katalin utcá. Trad. José Miguel González Trevejo y Mária Szijj. Un libro que me enamoró desde la primera página. Lenguaje exquisito y una trama que desnuda las interioridades de los personajes con un aire onírico muy sugestivo. Una delicia. Otras reseñas: Calle Katalin de Magda Szabó y
Mondadori, 2010. 192 páginas. Tit. Or. Katalin utcá. Trad. José Miguel González Trevejo y Mária Szijj. Historia de la calle Katalin en un tiempo fragmentado, propio de los recuerdos y la fragilidad de la memoria, también de los fantasmas. Me enamoré del libro desde la primera página. Prosa exquisita, historias profundas y conmovedoras. un libro imperfecto en su construcción, pero que acaba siendo una virtud. Imposible no sufrir por los el destino de los habitantes de la calle Katalin, marionetas de un tiempo convulso. Muy bueno. El proceso de envejecer no es como lo describen los escritores, ni tampoco como se define en la medicina. A los vecinos de la calle Katalin ni los libros ni los médicos les habían preparado para la extraña nitidez con que la vejez les iluminaría el pasillo borroso y apenas visible que habían recorrido en las primeras décadas de su vida, ni tampoco para cómo les reordenaría los recuerdos y las angustias, cómo cambiaría sus juicios y su escala de valores. Se habían hecho a la idea de que traería cambios biológicos, de que sus cuerpos iniciarían un proceso de desintegración que concluiría con la misma precisión y dedicación con que los había preparado…