Guadiana de publicaciones, 1970. 300 páginas. A finales de los años 60 España se abría tímidamente a la modernidad. Pero el peso de tantos años de dictadura, pensamiento único y costumbres religiosas todavía pesaba en una sociedad que estaba a medio camino entre la mentalidad de posguerra y la llegada de las suecas. Luis Carandell se dedicaba en una columna a recoger carteles, noticias, pintadas, sucesos que reflejaban esa mentalidad carpetovetónica inmersa en un proceso de ajuste acelerado. Han pasado casi 50 años y yo, personalmente, todavía entiendo esta dicotomía. En parte porque algunas cosas se han mantenido. Los pueblos, pese a tener internet y vivir en el siglo XXI, mantienen costumbres sorprendentes. Por otro lado, el auge de las ultraderechas nos están trayendo declaraciones que no desentonan con las que salen en el libro. Como dice en el epílogo, que paisaje y que pasianaje. Dejo abundante muestra textual y gráfica. SABOR IBÉRICO A propósito, de la concesión del Premio Alfaguara a Daniel Sueiro hay una anécdota de la noche de autos que tiene una honda raigambre ibérica. En el momento en que le fue adjudicado el premio, el novelista se hallaba en Sanlúcar de Barrameda, en casa de unos…
Espasa, 1997. 238 páginas. Luis Carandell se hizo famoso en su momento con libros que recopilaban costumbres, locales, sucedidos de una España Cañí que se resistía a la modernidad. Lo curioso del caso es que veinte años después podemos encontrar cosas parecidas. Muy divertido, la prueba en los fragmentos que dejo a continuación. Recomendable. En Madrid, la llamada «casa de citas» era bastante más carpetovetónica. Solía ser el domicilio de una señora que «recibía» a horas poco familiares, por ejemplo, a media mañana o en las primeras horas de la tarde, para complementar sus ingresos. El marido, si lo tenía, estaba siempre ausente en esos momentos. Había señoras que hacían pasar a la pareja a un saloncito y le daban un rato de conversación en cumplimiento de una norma de la cortesía española que manda no ir nunca directamente al grano de lo que se quiere tratar. Otras hacían pasar sin más prólogos a los recién llegados a la habitación destinada a este comercio que muy a menudo parecía ser la que ocupaba de noche el matrimonio. Una habitación con su armario, su tocador y una gran cama cubierta con una colcha de color brillante, sobre la que aparecía, colgado…