Tusquets, 1997, 2012, 2013. 240 páginas. Un travesti es asesinado con un lazo de seda roja en el Bosque de la Habana. Aunque el teniente Mario Conde estaba degradado temporalmente lo readmiten para que investigue el caso. Se adentrará en una parte de La Habana que desconocía, un mundo en el que cada uno lleva su máscara. Mi primer contacto con el detective Mario Conde y me ha resultado así así. Me ha gustado el retrato de La Habana, cómo la gente se busca la vida y los equilibrios entre lo legal y lo ilegal. También cómo en una sociedad homófoba la gente vive su sexualidad como puede. Lo mejor de la novela, con diferencia, el personaje del dramaturgo Alberto Marqués, sus recuerdos y su dignidad a prueba de balas. El culpable del asesinato se ve venir desde la mitad del libro, aunque hay detalles que no me acabaron de encajar. No está mal. Desde su distancia furtiva el Conde lo observó con curiosidad sentimental: sabía que, para muchos, aquel hombre de cara doméstica y guayabera empolvada de olvidos, era uno de los poetas más importantes que hubiera parido la isla, y que, en su paso por la poesía, además…