KRK ediciones, 2010. 194 páginas. Tiene muchas cosas buenas estos niños perdidos: una estructura teatral impecable, el enfoque de los protagonistas, atrapados en la memoria de una manera literal, y la crítica de un momento de nuestra historia. Pero más allá de todo eso la historia -en mi humilde opinión- se ha contado tantas veces que contarla una vez más no aporta casi nada. Se deja leer. Lázaro Eres un cenizo y un cagón. Cuca Me ha entrado muchísimo miedo. Cucachica vuelve a encerrarse en el armario, con los restos del pan mojado y envuelto en su sábana. Silencio. Los dos niños miran hacia la puerta, Lázaro sin soltar el cuenco. Marqués Tengo hambre. Lázaro Bueno, toma, pero luego te tienes que pegar el puñetazo y pasar la lengua por la viga. Marqués Vale. Los dos niños comparten el cuenco de engrudo con ansia. Marqués Oye, ¿y si jugamos a «matar el hambre»? Lázaro ¿Con esto? Marqués Claro. Lázaro ¿Y sin bizcochos? Marqués Con la mano. Lázaro ¿Y sin un cura? Marqués Así no se ríe de nosotros. Lázaro Se desperdicia mucho. Marqués Sí, pero parece que estamos como antes. I azaro Eso sí. Marqués Venga. Los dos niños cierran…