Rayo verde, 2014. 220 páginas. Alguien está asesinando caballos, así que al Gato le traen uno para que lo cuide hasta que se calmen los ánimos o detengan al criminal. La narración gira alrededor de unos pocos hechos, contemplándolos desde múltiples perspectivas, como si fuera un remolino del que no podemos escapar. Hay muchas cosas buenas en este libro, empezando por el título que me fascinó desde el comienzo. La idea que vertebra el texto, repetir una y otra vez con un lenguaje poético y unas descripciones minuciosas que se recrean en los detalles, también es fascinante. Algunas páginas son de una hermosura deslumbrante. Dicho todo esto reconozco que había ocasiones en las que se me hacía cuesta arriba volver a leer lo mismo contado de otra manera. Lo solucioné parando en la mitad del libro y dedicándome por un día a otra cosa, para evitar la saturación. Porque la prosa de Saer merece la pena leerla con atención. Recomendable y curioso. No hay, al principio, nada. Nada. El río liso, dorado, sin una sola arruga y detrás, más allá de la playa amarilla, con sus ventanas y sus puertas negras, el techo de tejas reverberando al sol, la casa…
Rayo verde, 2013. 190 páginas. Un anciano rememora su vida desde que se hizo a la mar, convivió con unos indios que mataron a su expedición, consiguió regresar, fue apadrinado por el padre Quesada, se metió en una compañía de teatro y acabó plácidamente su vida llevando una imprenta. Pero el recuerdo de sus días entre los indios le marcó profundamente. Contado así parece una novela de aventuras y nada más lejos de la realidad, es una novela de introspección, casi metafísica. A partir del extraño comportamiento de los indios, que tienen periódicos accesos de locura y canibalismo acompañados de borrachera y lujuria desmesurada el protagonista intentará encontrar una explicación del por qué de ese comportamiento y su visión del mundo. Está bien escrito, las cosas que pasan son interesantes y turbadoras, pero personalmente he encontrado excesivo el dar tantas vueltas alrededor del molino. No diré que más corto hubiera sido mejor ¡menuda arrogancia! Diré tan solo que aunque me gustó suspiré al acabarlo. Interesante. Un indio chico y musculoso se le acercó, contemplándola: tenía una verguita nerviosa, vertical, casi pegada al vientre del que era paralela. Obstinada en obtener el contacto de la lengua y los pezones, la mujer,…