Primero fue Faulkner. Me dejaron el libro ‘Gambito de caballo’ cuando era aún más gañán que ahora. Una buena elección porque es uno de sus libros más asequibles. Después me atreví con Absalon, Absalon, un libro que a pesar de los años transcurridos sigo recordando ( y que me costó muchísimo leer por su prosa densa y sabrosa). Después vinieron Onetti y Benet, con Nunca llegarás a nada y El astillero. No niego la calidad y el virtuosismo de la prosa de Benet, pero siempre he considerado la lectura de sus libros más un reto personal que la antesala del disfrute. Onetti es diferente. Es otro Faulkner, más cercano. No recuerdo en que conferencia de la fundación March el conferenciante decía que al leer Tiempo de silencio exclamó ¡Que bien escribe Joyce!. La originalidad, abrir caminos nuevos, está muy bien. Pero explorar y desarrollar rutas fructíferas no es un desdoro. Al contrario. Comentaba en la reseña de Dejemos hablar al viento que su extraordinaria calidad no ha ido pareja con su éxito, mostrando una serie de resultados en google. El centenario ha conseguido que supere a Carpentier, pero todavía está lejos de García Márquez o Vargas Llosa. Injustamente olvidado, esperemos…
El 1 de julio se celebrará el centenario del nacimiento de Juan Carlos Onetti y en El País le dedican un artículo: Cien años de un genio perezoso Recordamos también su página oficial: Juan Carlos Onetti Un gran escritor.
Pese a mi admiración por Onetti sólo tengo en este Cuchitril la reseña de Los adioses. Así que quiero comenzar la categoría audiovisual con dos documentos de importancia sobre un hombre que eludió entrevistas, cenáculos y relaciones sociales. A finales de los setenta existía un programa de televisión llamado A fondo conducido por Joaquín Soler Serrano donde se entrevistaron a destacadas personalidades del mundo de la cultura. Juan Carlos Onetti fue uno de ellos y aquí tienen la entrevista: No se puede decir que Onetti se lo puso fácil al presentador, ni éste estuvo muy fino en la entrevista. Aún así, y a camara lenta, conseguimos enterarnos de algunas circunstancias de la vida del escritor. Acababa de llegar a Madrid y se quedaría hasta su muerte. Los últimos años de su vida vivió recluido, los últimos diez años sin moverse de la cama. He encontrado esta otra entrevista en la que podemos tres años antes de su muerte. Entrevista motivada por el rodaje de la película El dirigible y conseguida, como parece, con algún engaño piadoso. Aquí la tienen: Si quieren conocer más de este fascinante escritor pueden visitar su página oficial, la entrada en la wikipedia o visitar esta…
Editorial Bruguera, 1980, 1981 y 1986. 147 páginas. Cotidiana Santa María No es esta la primera ni la segunda obra de Onetti que reseñamos en este Cuchitril. Todavía he tenido la suerte de encontrar esta otra obra más en el mercado de San Antonio. Un volumen con dos relatos del que nos dice el propio autor: A primera vista estos dos cuentos que hoy publica Bruguera, sólo están unidos por la ubicación en un lugar indeterminado: Santa María. Pero, además, obedecen a un destino nostálgico. Verdadera nostalgia, porque Santa María no existe, es mía, yo la construí con calles paralelas y ladrillos que pretendieron, entonces, derrotar al tiempo. Obvio es decir que también puse ahí hombres y mujeres con la esperanza débil de que numerosas lecturas los convirtieran en personas y personajes. Reitero que esta saudade por la nada es más fuerte, con frecuencia y cuando escribo, que la inspirada por rostros y . sitios reales, tan lejanos. Los dos cuentos fueron escritos en circunstancias dispares de mi vida y la maldita piedad salta de uno a otro con tonalidades distintas. No se trata de excusas sino de pistas humildes para obtener una mayor tolerancia. La muerte y la niña…
Editorial Bruguera 1980, 1981 y 1986. 157 páginas. Interpretaciones equívocas En este Cuchitril ya nos hemos declarado admiradores de Onetti. Otro libro más comprado de saldo, con un extenso prólogo, en una edición no del todo mala y en buen estado de conservación. Todo un hallazgo. ‘Los adioses’ es la historia de un hombre, enfermo en un sanatorio, contada desde la perspectiva del dueño de la única tienda del pueblo, que funciona también como oficina de correos. El intercambio de cartas con dos mujeres que empezarán a visitarle desencadenarán los rumores en el pueblo. Como dice el prólogo, el libro sí que es en cierta manera tramposo por llevarnos a creer lo que no es. Pero no es ese el sustento, sino el habitual buen uso de la prosa del autor y una historia que, efectismos aparte, consigue conmovernos con facilidad. La distancia del punto de vista del narrador evita con eficacia el melodrama. No es que recomiende este libro, es que les recomiendo que lean a Onetti. Una delicia. (Un día, un libro 319/365) Escuchando: El tecolote. Putumayo Mexico.