Roca editorial, 2007. 192 páginas. La idea es buena: analizar cómo el humor es un remedio que ayuda a sobrellevar las dictaduras erosionando al poder y creando espacios de libertad individual y comunitaria. El resultado, sin embargo, tampoco es para tirar cohetes. Centrándose en las figuras de unos cuantos dictadores y poniendo un poco de contexto se dedica a recopilar chistes en muchas ocasiones (así lo afirma el propio libro) obtenidos de internet. El conjunto es agradable de leer e incluso gracioso por momentos, pero personalmente cada página me gritaba lo que podría haber sido y no era. Algo de análisis sociológico, diferentes tipos de humor dependiendo de pueblos y situaciones, como los mismos chistes se van reciclando en diferentes situaciones con distintos protagonistas y alguna referencia a las dictaduras asiáticas de las que no se dice nada. También que los chistes escogidos fueran más graciosos. Curioso me ha parecido que apareciera el chiste de los judíos y el cenicero que le costó el puesto a Zapata, aunque el autor se cubre diciendo que eran los propios judíos los que hacían circular esos chistes. Se deja leer. El régimen aspiraba a sucederse a sí mismo, y para ello era necesario…