Anagrama, 2009. 170 páginas. No está mal escrito, pero trama y personajes me han resultado completamente inverosímiles. Un traductor jubilado cambia de señora de la limpieza y empieza una relación con ella. Algo que no cae muy bien a su hija y que provoca que tome una decisión cuestionable. Que los protagonistas se llamen Roberto y Jacinta y que esté trabajando en una nueva traducción de Romeo y Julieta no es casual. Tiene algunas frases buenas, pero en mi humilde opinión bastantes defectos de estructura. En algunos momentos el protagonista tiene que explicar por qué hace o no hace alguna cosa, básicamente porque no resulta creíble. Personalmente el protagonista se me hizo insoportable, hasta el punto que pensé que habría un giro del guión y que los malos al final no fueran malos, pero no, todo es lo que quiere parecer, que no lo que parece. Bastante flojilla. Cuando él se jubiló, hacía seis años, pensó en decirle que no viniera más, ya que ahora tendría tiempo de encargarse él mismo de esas cosas. Pero su hija insistió tanto en que la mujer siguiera viniendo que Roberto, por no oírla hablar más del tema, se olvidó del asunto. En realidad…