Siruela, 2014. 506 páginas. Cuando era un joven punkarra epataba a mis compañeros declarando mi amor por la Zarzuela y demostrándolo cantando fragmentos. Ahora que voy camino de los cincuenta sigue siendo raro, pero ya no sorprendo a nadie (lo hago estando a la última de grupillos indies). La Zarzuela, que nació con la pretensión de ser popular -y lo consiguió- hoy en día está muy denostada. Sin embargo muchos músicos y directores de orquesta ensalzan su valía. La cosa se mueve entonces entre el desprecio general, que ejemplifica esta nota al pie del libro: Nunca me olvidaré de una reunión de junta directiva en el madrileño Círculo de Bellas Artes, en la que uno de los principales pintores españoles, muy disgustado por el, a su juicio, poco nivel de las últimas exposiciones que se habían encadenado en nuestra sala, se dirigió a mí y me dijo con vehemencia: «Pues claro que estoy indignado: tú imagínate que un día terminamos aquí haciendo… no sé… ¡zarzuela!; ¿qué te parecería?». Fue el sustantivo más despectivo que creyó encontrar. Y el halago que funciona de epílogo a la obra y que reproduzco al final, donde José María Martín Porras, maestro de generaciones y…