Cátedra, 1990. 390 páginas. El protagonista escapa con su amante porque su familia no les deja casarse y tras una travesía por tierra de nadie se adentran en la selva amazónica, donde las leyes no existen. Allí los celos, el drama, la muerte, la esclavitud por el comercio del caucho, la traición, se mezclan en un cóctel tan exhuberante como la selva que les sirve de marco. ¡Menudo libro! Todo es excesivo, desde los sentimientos románticos del protagonista, que parece un alma atormentada por cuanto le acontece, hasta la trama que explora un mundo donde la miseria y la esclavitud campan a sus anchas, donde la justicia se compra, y donde los hombres son explotados sin miramientos ni compasión. A mí tanto arrebatamiento me llegó a cansar un poco, en pleno siglo XXI nos hemos vuelto un poco cínicos con el sentimiento romántico, pero la descripción del paisaje, el retrato de las miserables condiciones de los caucheros y, sobre todo, la excelencia en el lenguaje, tanto en el literario como en el lenguaje popular de los personajes, que está escrito con un ritmo, una frescura y una verosimilitud envidiables. Muy bueno. — Su Señoría no se lleva ni un solo…