Acantilado, 2001. 360 páginas. Admiro a Herralde porque, como he dicho muchas veces, Anagrama me enseñó a leer. Cierto que se le cuelan libros infumables que venden bien y que hay otras editoriales con las que estoy más al 100% de acuerdo con su catálogo. Pero editar tanto, tan bueno, y tener éxito, es digno del mayor de los aplausos. Sin embargo, este libro ha sido bastante decepcionante. La parte del león son artículos bajo el epígrafe ‘El autor es la estrella’ y básicamente son loas a diferentes escritores de su escudería. Que no están mal, pero que tampoco aportan nada original ni sorprendente. Parecidos son los homenajes a colegas editores. Son artículos que publicó en su momento como prólogos, o charlas, y se dedica a cumplir y poco más. El artículo más largo son tres días en una feria del libro y básicamente se trate de ir sacando a relucir nombres de colegas editores y escritores (name dropping) con interés escaso. Y los últimos, que son las opiniones mohicanas se dedica a defender las editoriales independientes frente a los grandes grupos. Sólo el artículo del que dejo muestra es un poco más personal y nos habla de la labor…