Páginas de espuma, 2011. 126 páginas. Aunque no es una escritora muy conocida sus cuentos me han dejado muy buen sabor de boca. Aquí una reseña excelente: El perro que comía silencio del que extracto esto: Sus cuentos tienen la fuerza de toda buena literatura: absorben, transfiguran, rompen y recomponen; y una es diferente cuando acaba de leer. Muy bueno. Cuatro horas al cubo Todo comenzó con un estornudo. Yo por cortesía le dije Jesús, ella me respondió que no me tomara la molestia, que era atea. Nos embalamos de inmediato en un diálogo sobre religión, pasando por obispos muy fecundos, viajes a la India y muchos otros temas que podrían llenar cuatro horas de tren y varios vagones. Esta vez decidí fingirme un profesor de filosofía y letras. Separado, bien optimista. Amante de los niños, claro. Mis padres vivirían lejos, en Tierra del Fuego al menos, y yo, aunque soñador, sería un tipo muy asertivo. Cuatro horas de tren no son solo cuatro horas. Es una vida pequeña, cuatro horas al cubo. El marco perfecto para mostrarse encantador, recreándose una personalidad de salón y un curriculum como siempre se ha querido tener, y representar el rol del rufián, el…