Seix-Barral, 2007, 2008. 276 páginas. Comentaba hace poco un amigo en goodreads una frase de Oscar Wilde que viene a decir que no hace falta beberte toda la botella para saber si te gusta el vino. A las cuatro páginas de este libro ya tenía una opinión formada que se confirmó hasta el final. Pero a ver quien es el guapo que ante un libro autobiográfico, que narra sucesos tan dolorosos como la muerte de una hermana por cáncer y el asesinato de un padre, se atreve a poner peros por cuestiones de estilo. Se vende como seguidor de aquella carta al padre de Kafka, y está en las antípodas. Donde Kafka acusaba con crudeza a su progenitor, aquí se le dedica una cantidad tan exagerada de elogios que resulta empalagosa. Mientras que aquella era literatura en estado puro, aquí encontramos una narración justita. Ni siquiera queda el recurso de leer entre líneas o buscar interpretaciones alternativas, porque no es ficción, sino biografía. Hay alguna página buena que demuestra que el autor sabe escribir bien, pero no sé si cegado por el amor a su padre se le olvida en el resto del libro. Resumiendo, se me hizo eterno, aunque…