Edigrabel, 2007. 170 páginas. El libro arranca con el asesinato de una joven y la incorrecta suposición de que es la novia de un muchacho del pueblo. La policía busca a quien cargarle el muerto y Ramón, el muchacho, cree que es su deber vengar la muerte de la chica. El libro se va desenvolviendo como una típica novela de detectives en la que hay que averiguar quién es el asesino. Pero ese no es el núcleo del relato, que nos habla de corrupción policial, nos pinta un retrato de un pueblo perdido, los secretos que esconde y el peso de la opinión. Finalmente, aunque no se explicita en el texto, el lector averigua quien es el asesino. Pero no tiene la mayor importancia, porque el drama es otro, y no se soluciona, como nada se soluciona en una realidad sucia e incoherente que no está sujeta a las leyes de la narrativa. Muy bueno. Guiado por los otros niños llegó un tropel de curiosos. Aparecieron por la vereda armando escándalo hasta casi tropezarse con el cadáver. El espectáculo de la muerte los hizo callar en seco. En silencio circundaron el lugar. Algunos escudriñaron furtivamente a la muerta. Ramón se…