Lengua de trapo, 2013. 188 páginas. Al principio la historia me resultó cargante: quejas de un pobre escritor incomprendido pero en realidad un egoísta pendiente de su ombligo. Pero al final mejora, y como son pocas páginas pues tampoco sufres demasiado. Se deja leer. C. se hizo esperar porque era una mujer con ciertas ideas clásicas y la cabeza bien amueblada y sabía que en una ocasión como aquella me tocaba a mí soportar la tensión y a ella le tocaba sazonar el evento de cierta inseguridad rabiosa. ¿Vendrá? ¿No vendrá? ¿Será todo una confabulación, una venganza? Sus primeras palabras al aparecer fueron suficientes para saber que su preocupación por mí continuaba intacta. Me preguntó si acaso era imbécil y me dijo que por favor me quitara aquel gorro absurdo y aquellas manoplas ridiculas porque si no, no estaba dispuesta a tener una conversación seria sobre nada. —Leonardo, por favor, ¿por qué tienes que hacer siempre de todo un chiste? Quítate eso o no pienso llevarte a ninguna parte, lo digo en serio. Yo la obedecí porque sabía que en su milagrosa presencia —¡tan bella era a sus treinta y tres años!— las miradas de los demás la socavaban como…