Candaya, 2020. 158 páginas. Alrededor del rastro de la sangre la protagonista vive, patina, sueña, folla y se desintegra y recompone a cada paso que da mientras camina hacia delante sin saber muy bien por qué. Un libro brutal. Brutal de bien escrito, en ocasiones poesía pura, con imágenes alucinadas pero perfectas, y con un trasfondo emocional potente. De lo mejor que he leído en mucho tiempo. Muchas veces se oye hablar de literatura femenina con una cierta condescendencia, como si las mujeres sólo pudieran escribir chick-lit y literatura cursi. Todo lo contrario. No es algo de ahora, ya un libro como La plaza del diamante tenía una carga de profundidad superior a casi todos los libros de su época. Cuando me hablan de literatura femenina yo pienso en libros como éste. Literatura que te pega dos bofetadas en la cara, primero con una mano y luego con la otra, y después te acaricia el pelo y te dice tranquilo que ya ha pasado todo mientras te clava un tenedor en el muslo y te obliga a lamer la sangre mirándote con pena y también con deseo. Y tú, una vez ha acabado todo, solo puedes decir: Quiero más. Muy…