Gabriela Ponce. Flotar pude.
Cuentos / septiembre 23, 2025

Candaya, 2024. 140 páginas. En esta colección de relatos la autora confirma lo que dije en Sanguínea, que es capaz de escribir cosas crudísimas con una prosa excelente. Textos que no nos dejan indiferentes, escritos desde las tripas, que nos pegan una bofetada en la cara. Me han gustado más los de la segunda mitad que los de la primera. Piel de iguana contiene una escena de sexo que te arrastra a esa pasión desesperada. Perder el mundo nos cuenta una noche de fiesta con más contenido y emoción que las mil borracheras alcohólicas que hemos tenido que aguantar de tantos escritores de medio pelo. En Tejido hay una descripción tan descarnada y tan física que puede ponernos mal cuerpo. Me confirma que Gabriela es una escritora excelente a la que hay que seguir la pista. No apta para estómagos sensibles. Muy buena. Entramos al cuarto y ella me mira curiosa y yo me acerco y la abrazo y le agarro las nalgas y le aprieto como exprimiendo bombas de agua mientras ella dice, aprovecha. Me manosea las tetas y murmura, no he agarrado unas tetas antes, pero cuando era niña dormía con mi perra y un día succione su…

Gabriela Ponce. Sanguínea.
Novela / noviembre 3, 2021

Candaya, 2020. 158 páginas. Alrededor del rastro de la sangre la protagonista vive, patina, sueña, folla y se desintegra y recompone a cada paso que da mientras camina hacia delante sin saber muy bien por qué. Un libro brutal. Brutal de bien escrito, en ocasiones poesía pura, con imágenes alucinadas pero perfectas, y con un trasfondo emocional potente. De lo mejor que he leído en mucho tiempo. Muchas veces se oye hablar de literatura femenina con una cierta condescendencia, como si las mujeres sólo pudieran escribir chick-lit y literatura cursi. Todo lo contrario. No es algo de ahora, ya un libro como La plaza del diamante tenía una carga de profundidad superior a casi todos los libros de su época. Cuando me hablan de literatura femenina yo pienso en libros como éste. Literatura que te pega dos bofetadas en la cara, primero con una mano y luego con la otra, y después te acaricia el pelo y te dice tranquilo que ya ha pasado todo mientras te clava un tenedor en el muslo y te obliga a lamer la sangre mirándote con pena y también con deseo. Y tú, una vez ha acabado todo, solo puedes decir: Quiero más. Muy…