hyo, 2025. 116 páginas. La protagonista tiene que volver a la casa materna después de un fallido intento de independizarse, con la sensación de fracaso que siempre acompaña, con una madre tóxica con la que tiene una relación llena de altibajos. Me ha encantado cómo está escrito este libro, con capítulos brevísimos pero intensos, que nos van dibujando el ambiente de esa familia desestructurada que pese a todo, sigue adelante. Muy bueno. 41 Mientras mi hermano menor vende limonada, Joaquín, el niño de la vereda de enfrente, sigue practicando ponerse plantas en la boca. Le pregunté y me explicó. Los pétalos rojos sirven para calmarse, los amarillos para hablar con insectos y los blancos para entender, sea lo que sea que eso signifique. Se sienta en el suelo y, después de chupar uno amarillo, habla con las hormigas, en silencio, con una parte del cuerpo que no sé cuál es. Desde la vereda de enfrente Roña mira a mi hermano Marcos, luego mira a Joaquín y se lamenta. Cuánto le gustaría tener un hijo normal. 42 El sonido de una avispa entra al cuerpo antes que el aguijón. La avispa puede estar lejos, pero el batir de sus alas amenaza…