Eterna cadencia, 2010. 170 páginas. Quien iba a decir que la virgen María iba a utilizar para comunicarse con la humanidad a la hermana Cleopatra, una travesti que vive en una villa pobre de Buenos Aires, y que liderará enormes cambios en una comunidad de gente del margen que, de repente, tiene un objetivo. Brutal. Estupendamente escrita, una trama que se desparrama a lo ancho pero que te tiene en el sitio, unos personajes de los que te enamoras, sus toques de crudeza, de ternura, de ilusión y de desesperación. He disfrutado muchísimo leyéndola. Muy bueno. Además, querida, vamos a ser madres». «¿Y qué, Cleo?», pude meter bocado, «¿por eso nos vamos a cagar en toda la humanidad?». Suspiró Cleopatra: «Ay, no, Qüity, cagar no, pero nuestra hija tiene derecho a la felicidad y nosotras el deber de cuidarla antes que nada. Además, sí, podemos ser egoístas como todas las madres del mundo, hasta la Virgen lo dice: si era por ella, Jesús trabajaba de carpintero y se casaba con María Magdalena, que por puta que fuera era mejor que trabajar de mesías y casarse con una cruz. Porque está bueno que los hijos vivan, por más que resuciten si…