Pepitas de calabaza, 2017. 224 páginas. Tit. or. Tram 83. Trad. Rubén Martín Giráldez. En un indeterminado país africano se encuentra el local Tranvía 83, donde se da cita lo mejor y lo peor de la sociedad. En ese caos navegan Lucien, un escritor frustrado que intenta vivir de su escritura y Requiem, un buscavidas amigo suyo que se dedica, entre otras cosas, a chantajear a la gente. Las frases de la solapa lo ponen por las nubes, pero a mí todo me ha sonado a rancio, a ya leído, a tópicos reciclados por enésima vez. No me importa si el escritor maldito está en un tugurio de Nueva York, en un barrio de mala muerte de Barcelona, o en ese país africano en descomposición, esa historia ya me la han contado muchas veces y con más gracia. No es que el libro esté mal, se deja leer a pesar de que las cualidades del lenguaje no compensan la falta de trama, pero no pasa de ser una lectura del montón con ínfulas. Se deja leer. —¿Sobre qué escribes? ¿Sobre quién? ¿Dirigido a qué público? ¿Expectativas? ¿Cuántos ejemplares? ¿Premios literarios? ¿Qué género? Se sentía atenazado. Las preguntas lo acribillaban desde…