F&G editores, 1999. 128 páginas. Un cuento por semana Este no es un libro fácil de encontrar, y las circunstancias por las cuales llegué a conocer a la autora y a su libro son demasiado largas para contarlas. Baste decir que compré seis o siete ejemplares del libro para repartirlos y que nadie se quejó. 52 cuentos y un epílogo para que cada semana podamos disfrutar de la lectura. Cuentos breves, en ocasiones surrealistas, a veces con moraleja -que no con moralina- pero siempre sabrosos. Sólo en los últimos la autora parece perderse en vericuetos personales y en mi opinión flojea un poco, pero al final recupera el pulso. En estas páginas conoceremos el origen de las palomitas de maiz, que la torre de Londres no es el Big Ben, y que a la fantasía es muy difícil matarla: No es fácil asesinar a la fantasía. Lo intentaron monjas construyendo internados de dos pisos. Lo pretendieron tías evangelizando sobrinas en las montañas cuchuma-tanas. Probaron hombres fornidos, de labios carnosos y manos suaves. Países de todo el planeta aprendieron a lanzar cantos de sirena para ensordecerla al menos ya que se negaba a morir. Por algún tiempo la adormeció la hipnosis….