Rey Lear, 2011. 164 páginas. En los años 30 un grupo de escritores españoles viajaron a Hollywood contratados como guionistas por grandes estudios. En esa época -si no recuerdo mal- todavía no se hacía doblaje, y se creaban versiones de las películas en castellano. Este libro no son anécdotas de Poncela en esa época, sino una recopilación de artículos que enviaba para publicar en periódicos de aquí. Si un escritor hacía un viaje aprovechaba de paso para ir contando sus experiencias y se sacaba un dinerito. No muy diferente de lo que hacemos ahora con las redes sociales. En artículos breves y con gran carga de humor nos va contando como es el viaje en barco, la llegada a Nueva York, los problemas con el departamento de inmigración, el viaje en tren de costa a costa, y los entresijos del Hollywood de la época. Se añade un monólogo escrito para la actriz Catalina Bárcena, no muy diferente de los actuales del club de la comedia. Y es que está todo inventado, hasta el hacer régimen, como muy bien se queja la actriz, porque la cámara ‘te hace gorda’. Se acompaña de varias fotografías de la época y de postales manuscritas…
Blackie books, 2010. 488 páginas. Empecé a leer este libro en formato electrónico, pero vista la originalidad compositiva, con señales, gráficos y demás decidí acercarme a la biblitoeca y pedirlo prestado. Por suerte hay una buena edición de Blackie Books que parece que quieren recuperar las obras de Jardiel. Dios anuncia que va a venir a la tierra. Incredulidad en el mundo que se transforma en admiración al ocurrir un milagro cuando menos curioso. La llegada de Dios trastocará a la humanidad y, de paso, la vida del periodista Federico Orellana y su vida sentimental. Pero Dios no resultará ser lo que la humanidad espera… El autor escribió esta obra en plena república y no deja de ser sorprendete lo moderna que resulta dado lo que vino después. Pero no gustó en ningún bando; a la gente de izquierdas les rechinaba que se hablara de Dios y a la de derechas les resultaba blasfema. Ninguno de los dos puntos de vista es cierto; Jardiel nos plantea un Dios coherente con la Biblia y por eso decepciona a todo el mundo. Entre medio grandes dosis de humor, retrato de una época y muchas páginas deliciosas llenas de frescura real (y no…
Editorial Popular, 1998. 94 páginas. Una recopilación de autores cómicos con más o menos acierto, y en letra grande, así que dirigida a un público más bien mayor. Es una segunda edición, y no se entiende como el índice está a la mitad. Los cuentos incluidos son los siguientes: La madre de Lucifer, Hijos noruegos Miguel Mihura El extraño suceso del auto «Rosa Liberty», Un amor oculto, La momia analfabeta Enrique Jardiel Poncela Amor y límites de velocidad, Papeleo y siniestros en Chichitowa College Juan Pablo Ortega Cuidado con los prisioneros Angel Palomino Las paredes y las barbas Père Calders El probador de señoras Antonio Gómez Rufo Mihura, Calders y Poncela nunca defraudan. El resto, pasable. Les dejo una muestra. Calificación: Algunos buenos, otros olvidables. Un día, un libro (29/365) Hijos Noruegos Nadie sabe lo espantosamente triste que es casarse y tener ocho hijos noruegos. Sólo lo sabía aquel honrado matrimonio de Albacete, que jamás había salido de Albacete y cuyos antepasados, aun los más podridos antepasados de todos, no habían pisado tampoco un palmo de terreno más allá de la campiña de Albacete. Aquel honrado matrimonio de Albacete era el único que sabía lo espantosamente triste que es casarse…
Ediciones GP. 96 páginas. Derroche de ingenio Me encantan los libros minúsculos, llamados Pulgas. Son los auténticos libros de bolsillo porque te caben en cualquier sitio. El problema es que el contenido suele ser muy malo, así que no tengo muchos. Tengo el Fausto y fue una alegría encontrarme con este de Jardiel Poncela. Un escritor de mucho talento ninguneado porque en vez de dedicarlo al estilo literario se dedico a los jueos de ingénio. Y eso vende para un público pero no para otro. En esta recopilación de cuentos breves y en ocasiones casi insustanciales aparecen muchas de las perlas del autor, como las siguientes: – Creo que el amor es una especie de ascensor hidráulico; se le puede exigir que funcione bien durante cinco años; durante diez; durante quince; pero llega un momento en que se estropea y se niega a funcionar. – ¿Y entonces? – Entonces, señora, hay que subir a pie; es inevitable. Durante tres horas largas hice todas aquellas operaciones que denotan la impaciencia en que se sumerge un alma: consulté el reloj, le di cuerda, volví a consultarlo, le di cuerda nuevamente, y, por fin, le salté la cuerda; sacudí unas motitas que aparecían…