Capitán Swing, 2012. 320 páginas. El criado de Paul Bowles le dijo que el también tenía historias para contar, y Paul le dijo cuéntame una y te digo si merece la pena escribirlas. Así lo hizo y el resultado es este libro, las andanzas del autor, que tuvo que ganarse la vida desde muy temprano, con un padrastro que no lo quería y en una sociedad en la que faltaba el trabajo. Lo venden como una aproximación a la cultura oral y bueno… oralidad hay, pero vamos, que no hubiera estado mal un poquito de literatura también. Porque los narradores de historias son una institución en la cultura árabe y aquí mucho talento narrativo tampoco es que haya. Si lo comparo con el libro El narrador de historias no hay color. Algún momento bueno tiene, pero, con sinceridad, pocos. De la mitad para delante se anima un poco pero en las últimas páginas vuelve a decaer. Se deja leer. Dame un billete de cien pesetas, le dije. Veré si puedo cambiarlo. Sacó un billete y me lo dio. Toma, dijo. Era uno de los viejos billetes que las ratas habían estado masticando. Fui hasta un bacal en la calle de…