Álvaro Cunqueiro. Un hombre que se parecía a Orestes.
Novela / junio 23, 2014

Destino, 1969. 246 páginas. Cuanto más leo a Cunqueiro, más me gusta. Su personal estilo es inclasificable, aunque algunos hayan querido ver en él un precursor del realismo mágico, es más un heredero de los cuentos medievales e incluso clásicos. Como clásico es el mito de Orestes, que recrea aquí en tres bloques diferenciados. En el primero un extranjero que podría ser Orestes ha llegado al reino de Egisto, en el segundo Egisto y Clitemnestra viven angustiados por la posible llegada del vengador y en la tercera y última Orestes parece no decidirse nunca a ejecutar su terrible venganza. Porque como se dice en el libro ¡Hay muchas vidas, querido amigo!. En Cunqueiro el camino entre dos puntos nunca es el más corto. Siempre hay tiempo para desviarse y ver un nuevo paisaje y contar una historia paralela. Para preguntarse por la suerte de tal o cual personaje secundario que también tiene derecho a su momento de gloria. Para perderse en un laberinto de palabras sin querer buscar la salida. Sólo en sus libros, después de contar una historia sobre centauros, puede alguien de la concurrencia preguntar si tienen ombligo de humano o de caballo. Una delicia. Más reseñas aquí:…

Enrique Rubio. Tania con I 56ª edición.
Novela / junio 6, 2014

Destino, 2011. 432 páginas. No se dónde oí hablar de este libro, pero no fue bien. Aunque lo suficiente como para que me entrara la curiosidad de leerlo y estando en mi biblioteca más fácil no lo podía tener. Tania es una joven de pueblo con hermane gemela incluída que trasladada a la ciudad se convertirá en una creadora de tendencias, mientras va dando tumbos de un estilo a otro; comunista, gafapasta, naturista, etcétera. Tanta fama consigue que se contrata a un escritor para hacer su autobiografía… aunque las cosas no acaben como se espera. El libro no está mal, pero tampoco bien. Su principal fallo es ese recorrido por todo tipo de modas actuales, porque salvo pequeñas excepciones toda la crítica se resume a poner en evidencia lo que tienen de (déjenme estar a la última) postureo. Pero eso ya lo sabemos. El autor carece de la ironía de, por ejemplo, Empar Moliner, que en un par de frases te escarnece a quien se le ponga a tiro. Al final tanto catálogo resulta repetitivo, aunque como digo antes tiene sus momentos. Me ha gustado también el comienzo de los capítulos tipo nube de tags, aunque como digo siempre quien…

Lorenzo Silva. La sustancia interior.
Novela / abril 16, 2014

Destino, 1999. 420 páginas. Catedral metafísica Me lo encontré de intercambio y como Lorenzo Silva no me desagrada, me lo llevé para casa. La mención en la contraportada de la construcción de una catedral me tiró un poco para atrás, pero no tine nada que ver con pestiños como los pilares de la tierra, y sí más con Kafka o Buzzati. Un artista llega a la catedral para encargarse de la sillería del coro. Pero no es una catedral al uso: esconde un entramado de intrigas entre los que construyen la obra, los canónigos encargados de administrar la construcción y una extraña mujer. A veces el tema le viene un poco grande, y algunos diálogos que pretenden ser profundos suenan algo ridículos. Pero en general sale airoso y se deja leer sin aspavientos. Calificación: Regular. Extracto:[-] Si no causas problemas, peor o mejor, te dejan vivir. No sé de marcas como la que dices tener. Sí he visto llorar a los hombres más insolentes, cuando se los llevaban los guardias. No me atrevo a figurarme cómo lloraron después. —Yo no lloraré cuando me lleven. Estoy preparado. Hace días que los espero. —¿Y después? —No soy un héroe. Haré lo que…

Ingo Schulze. 33 momentos de felicidad.
Cuentos / marzo 27, 2013

Destino, 2001. 336 páginas. Tit. Or. 33 augenblicke des Glücks. Trad. Belén Santana. Un libro sorpresa, diferente y original, hasta el punto de que en muchas ocasiones no me he enterado de lo que estaba leyendo. La premisa y excusa es una carpeta encontrada en un tren con 33 historias que son las que componen el libro, supuestamente unidas por tener un momento de felicidad y por situarse en San Petersburgo. Las historias van de lo crudo a lo surrealista, a veces todo junto, en ocasiones encuadrando el contesto, otras mostrando un fragmento casi poético pero poco inteligible (para un gañán como yo). Sin título se identifican por la primera frase. Así en el relato que comienza con En Rusia, lo único que puede hacer uno es marcharse… tras las innumerables quejas del protagonista la historia acaba fuera de madre con una escena de amor fraternal y multitudinario. La historia de Irina y Anatoli, aparentemente anodina, desvela una crueldad decarnada y violenta. En ¿Ha visto? ¡Mal asunto! se narra en un puñado de páginas un suceso de novela negra a ritmo trepidante con prosa de altura. Y en la historia de Antonina Antónovna sus hijas tienen la suerte de encontrar…

Lorenzo Silva. Nadie vale más que otro.
Cuentos / agosto 19, 2012

Destino, 2006. 216 páginas. No sé dónde lo compré, y además creo que ya lo había leído, pero como relectura veraniega ha cumplido su misión. Cuatro relatos ambientados también en verano que a pesar de su rápida resolución incluyen todos los elementos de una buena historia. Llevan o siguientes títulos: Un asunto rutinario Un asunto familiar Un asunto conyugal Un asunto vecinal Mi preferido el tercero, donde un crimen aparentemente de género se resuelve de una manera tan rápida como inesperada. La intervención de la mafia del este en el cuarto ayudando a resolver el crimen de un ecuatoriano también me ha gustado. Se me olvidaba decir -aunque para muchos esté de más- que los protagonistas son los guardia civiles Bevilacqua y Chamorro. El primero, psicólogo, dice en un momento: […]hacer el comentario tópico sobre la gente que decide estudiar Psicología. – Es así. La mitad estamos pirados al entrar. Y la otra mitad, al salir.[…] Otro fragmento que me viene bien a estas edades: […]El buen Dios, que hace lobos asesinos, también ha de hacer perros policías como nosotros. El buen Dios tiende a preferir las cosas simétricas. -¿Eres teólogo, ahora? – No, Virginia. Me falta poco para los…