Sudamericana, 2001. 240 páginas. Parece que Froylán Gómez, escritor, murió tras el paso de un huracán. Pero unos papeles descubiertos por su mujer le abren otras posibilidades. Estos papeles, en mano del autor, David Toscana, conforman el libro que tenemos entre manos, donde el diario de Froylán se mezcla con los recuerdos de un anciano al que le está escribiendo la biografía. Las diferentes tramas se entrelazan muy bien, el retrato de ese pueblo donde la estación va a provocar un cambio radical, mientras el anciano recuerda sus años de juventud y cómo su amor por una chica le llevan a recorrer un camino lleno de asperezas. En general me ha gustado todo salvo, precisamente, el leit motiv amoroso que se contagia al cronista-biógrafo. El resto de personajes y tramas muy bien dibujados y creíbles. Aquí otra reseña mejor: Estación Tula. Recomendable. Don Alejo salió a buscar al doctor Izunza cuando Buenaventura dijo: —Dios mío, esto es mucho para mí. Estuvo golpeando largamente la puerta, calculando la fuerza para que el ruido sólo despertara a los habitantes de esa casa y no al resto de los vecinos. Ante la idea del sufrimiento de Fernanda, fue aumentando la intensidad de los…